El artículo analiza la geopolítica de la energía en el marco del sistema capitalista desde una perspectiva histórica. La primera sección explica el nacimiento de la geopolítica de la energía (una determinada geografía de la energía y relaciones entre los Estados) y argumenta que este es un hecho asociado con la energía fósil y que se fundamenta en el mantenimiento de la hegemoníaa causa de control territorial de las fuentes energéticas (o flujos energéticos) y su mercantilización. Después de un breve repaso por la geopolítica del petróleo, el artículo especula sobre cuál podría ser la geopolítica de las renovables en el capitalismo del siglo XXI. La principal conclusión es que, debido a las características intrínsecas de las fuentes renovables, el tipo de geopolítica que se establezca será el fruto de una elección. La cuestión es si esta elección irá encaminada también a utilizar las relaciones energéticas internacionales como sustrato para la hegemonía mundial y la financiación del sistema
Convertirse en el primer continente climáticamente neutro es el principal reto y, a la vez, la oportunidad más grande que tiene actualmente Europa. Un nuevo modelo energético, renovable, distribuido y eficiente, es determinante para acelerar la solución de la emergencia climática. En este sentido, la Comisión Europea, en 2015, aprobó una Estrategia Marco «por una Unión de la Energía centrada en los ciudadanos, en que estos asuman la transición energética, aprovechen las nuevas tecnologías para reducir sus facturas y participen activamente en el mercado». En junio de 2019, la nueva directiva del mercado de la electricidad de la UE establecía un nuevo actor del mercado eléctrico: las comunidades ciudadanas de energía. En este artículo analizaremos el sentido y el significado de este nuevo actor del modelo energético, actor clave para transformar la economía en una economía neutra para el clima, que no se contraponga con los límites del planeta.
La hoja de ruta hacia una economía descarbonizada 2050 de la Unión Europea plantea que el objetivo de la política energética y medioambiental de la Unión Europea es conseguir reducir las emisiones de CO2, de cara al 2050, a un nivel inferior al 80% del nivel de emisiones de 1990. Este artículo explicará, en su primer apartado, que este objetivo de descarbonización no significa apostar por una transición energética hacia las fuentes renovables, sino un cambio en el tipo y la localización de fuentes fósiles –«limpias»– utilizadas. En el segundo apartado se mostrará que las inversiones, infraestructuras y tratados que se proponen para llevar a cabo esta transformación conducirán a la creación de grandes monopolios energéticos y a la regionalización del espacio geoenergético europeo. Por último, concluiremos diciendo que si no se aplican medidas para compensar el poder de los monopolios, lo que crearán estas reformas serán unas baronías energéticas en el seno del espacio europeo.