El sector financiero, y en particular la banca, es especialmente sensible a la aplicación de la ética empresarial. Por una parte, porque su papel como sector estratégico de la economía es clave y determinante, y por otra, porque durante los últimos años, y en especial desde la crisis financiera del 2008, ha sido protagonista de numerosos casos de escándalos y malas prácticas. La adopción de comportamientos éticos es fundamental en el funcionamiento de los bancos, pues estas organizaciones manejan un activo muy sensible que es propiedad de sus clientes, como es el dinero. Tanto es así, que no solo se habla de la ética bancaria, sino incluso de la existencia de bancos éticos; dos aspectos que son distintos. El presente trabajo tiene por objeto analizar cuáles son las características que definen a la banca ética y qué aspectos son los que la diferencian de la ética bancaria.
La industria bancaria se enfrenta a una intensa transformación de su actividad, tanto por la necesidad de reinventar sus servicios (caros y no concebidos para un uso en línea) como por el cambio en las exigencias de productos digitales de los usuarios, así como por la necesidad de ajustar unas estructuras ineficientes. Tradicionalmente, el sector financiero ha sido un ámbito casi exclusivo de las entidades financieras, pero el abaratamiento de las tecnologías ha permitido la aparición de nuevos players en la industria, como son las fintech con propuestas alternativas en todos los ámbitos de la actividad financiera, mediante nuevas fórmulas mobile-first y data-driven. No obstante, después de unos primeros años de vida, la mayoría de estas nuevas empresas presentan problemas de escalabilidad y, a diferencia de su filosofía original, están colaborando con la banca y generan una asociación de mutuo interés: las fintech contribuyen a la transformación del banco, mientras que estas, con el apoyo del banco, alcanzan el crecimiento que por sí solas no conseguían. Mediante estas asociaciones banca-fintech, se da la paradoja de que estas entidades, que inicialmente eran retadoras a los bancos, pueden acabar siendo su punto de apoyo para que el cambio en el sector bancario sea más rápido y más transformacional que disruptivo. Por otra parte, el grupo de fintech que mantiene una competencia con la banca (entre un 20 % y un 25 %) se ve obligado a movimientos de fusiones, acuerdos, etc. para conseguir llegar al break-even. En España, los problemas de crecimiento parecen aún más intensos que en otros países en estas áreas de competencia con la banca (roboadvisors y crowdlending).
El problema más importante para la banca proviene de los grandes operadores tecnológicos, que tienen capacidad para desbancar a las entidades financieras en algunos de los ámbitos más rentables de la actividad. Parece imposible de mantener por parte de la banca el total dominio del negocio en las zonas comunes con las tecnológicas, como por ejemplo los pagos de las compras y los envíos de dinero. No obstante, los bancos tienen a su favor el reconocimiento de la gestión de protección de datos de sus clientes, que es un valor en el que superan claramente a las tecnológicas.
Los bancos están desarrollando múltiples estrategias de acuerdos con las fintech, como por ejemplo compras directas, programas de aceleración e incubación, fondos venture capital, acuerdos de servicios y acuerdos de partnership. El análisis correcto de cada área de innovación es determinante para identificar las aportaciones de una fintech, y las variables clave son la capacidad de generar volumen y la de desplazar servicios bancarios actuales. En este artículo, se propone un modelo de relación consistente en una integración gradual de las fintech en los entornos bancarios en forma de: i) integración en el core del banco; ii) acuerdos de colaboración o servicios; iii) contribuir a su desarrollo mediante programas de aceleración e incubación y lanzamiento de concursos o programas challenger para descubrir talento.
Las bases sobre las que se ha asentado el negocio financiero tradicional están siendo sacudidas por la aparición de nuevos actores que introducen nuevos modelos de negocio sustentados en las oportunidades que ofrecen los recientes avances tecnológicos. Las fintech son empresas de base tecnológica que ofrecen servicios financieros digitalmente, mediante soluciones tecnológicas y con un enfoque centrado en las necesidades y preferencias del consumidor. Ante la amenaza que supone esta disrupción en el mercado financiero, bancos y fintech están desarrollando estrategias de colaboración que aprovechan el potencial innovador de las fintech para llevarlo al gran público a través de las estructuras y carteras de la banca tradicional. Este proceso de integración no está exento de obstáculos y retos, entre los cuales destaca el cambio en la cultura empresarial de las entidades financieras tradicionales.
La exclusión financiera, a la vez que produce mayor exclusión social y pobreza, está contribuyendo a la aparición de nuevas formas organizativas en finanzas, bancarias y no bancarias, basadas en la ética y la solidaridad, que favorecen la inclusión entre los colectivos más marginados. La banca ética y los bancos de proximidad, entre los que se incluyen las cooperativas de crédito, ofrecen una alternativa a la banca convencional y cada vez tienen mayor acogida. Por otra parte, la propia sociedad civil está liderando un movimiento que ha propuesto nuevas iniciativas de finanzas éticas y solidarias no bancarias, como las cooperativas de servicios financieros, las cooperativas integrales, las finanzas colaborativas, las comunidades autofinanciadas, los bancos de tiempo, las monedas sociales y los bancos comunitarios de desarrollo, entre otras. El presente trabajo analiza los principales aspectos derivados de estos procesos de cambio a nivel mundial y destaca los posibles riesgos que puede tener el uso de estos instrumentos de financiación por parte de las grandes corporaciones financieras y no financieras a través de las nuevas aplicaciones informáticas en las finanzas, o fintech. Las finanzas éticas y solidarias se han convertido en un instrumento apropiado para la inclusión, pero no dejan de existir ciertos riesgos que habrá que tener en cuenta.