La suposición de que el crecimiento turístico puede ser sostenible está muy difundida en determinados sectores académicos y organismos públicos. La teoría del multiplicador turístico, planteada por Archer y Owen a principios de los setenta, es uno de sus fundamentos. Sin embargo, esta premisa se enfrenta con una realidad cada vez más presente: el planeta y sus recursos son finitos. El desarrollo económico tiene límites naturales. El artículo presenta una visión conflictivista del desarrollo turístico más acorde con esta realidad: el surgimiento de una nueva actividad económica o su crecimiento obliga a reestructurar el uso que se da a los recursos disponibles. Estos recursos no siempre se pueden multiplicar. Y en este proceso, generalmente, unos pierden y otros ganan.