En las últimas décadas han surgido experiencias de monedas sociales y complementarias (MSC), medios de intercambio distintos del dinero de curso legal, con el fin de impulsar transacciones dentro del mercado. Su uso se justifica desde el punto de vista de la propia definición del dinero como acuerdo o ley dentro de una comunidad. Las MSC se clasifican en seis categorías distintas: las respaldadas con monedas oficiales (que optimizan la circulación de la moneda oficial al retenerla); las respaldadas con otros bienes y/o servicios (que inyectan liquidez en la comunidad); las emitidas por la autoridad pública (que circulan ampliamente por ser válidas en el pago de impuestos); las de confianza mutua (cuyos socios tienen saldos positivos o negativos, como derecho a pedir el valor equivalente de bienes o servicios, o como obligación a ofrecerlo); las emitidas como crédito bancario (que tienen efectos contracíclicos y permiten actividades económicas estables), y las FIAT (que nacen sin ningún respaldo y necesitan ser gestionadas cautelosamente para evitar acumulaciones que lleven a la hiperinflación). Es necesario estudiar las ventajas y desventajas de cada modelo antes de elegir el más apropiado.