Función financiera: identificación de escenarios de futuro en un entorno de adaptación permanente
Con motivo de los veinticinco años de la Universitat Oberta de Catalunya y de sus Estudios de Economía y Empresa, tres profesores del ámbito de Finanzas de la institución realizan un análisis de la evolución de la función financiera y una proyección de escenarios de futuro para identificar retos y oportunidades. Joan Llobet introduce el tema a partir de una visión académica que ha ido adaptándose a los sustanciales cambios que se han producido y que asume el reto de afrontar los que vienen. Por otro lado, se encuentra el artículo de Jorge M. Uribe, compilación de los acontecimientos más importantes de los últimos veinticinco años, para entender cómo se ha estructurado el ámbito financiero actualmente. A través de su experiencia veremos cómo evolucionan aspectos concretos (valoración de activos, gestión cuantitativa del riesgo, etc.), hasta perfilarse cómo son hoy en día. Finalmente, Àngels Fitó describe el contexto actual del ámbito financiero, estableciendo sus condicionantes y hacia dónde se dirige en el futuro.
Due to the twenty-fifth anniversary of the Universitat Oberta de Catalunya and its Economic and Business Studies, three professors in the field of Finance from the institute perform an analysis of the evolution of the financial function and a projection of future scenarios in order to identify challenges and opportunities. Joan Llobet introduces the topic based on an academic vision that has adapted to the substantial changes that have occurred and which takes on the challenge of facing the changes still to come. On the other hand is the article by Jorge M. Uribe, a compilation of the most important events of the past 25 years in order to understand how the financial field is currently structured. Through his experience, we will see how concrete aspects evolve (valuation of assets, quantitative risk management, etc.) in order to profile what they are like today. Finally, Àngels Fitó describes the current context of the financial field, establishing its conditioning factors and future direction.
Por: Joan Llobet Dalmases, director académico del Máster Universitario en Dirección Financiera de la UOC
Durante los últimos 25 años, hablamos del año 1996 en adelante, se han producido cambios sustanciales en el estudio y sobre todo en el enfoque de la función financiera. Este enfoque ha tenido que evolucionar profundamente para cubrir las necesidades que han ido generando los vertiginosos cambios que se han ido produciendo a lo largo de este periodo (crisis, digitalización, cambios sociales, globalización, etc.).
Por lo tanto, la academia se ha tenido que ir adaptando para dar respuesta a estos cambios y formar a profesionales de acuerdo con las nuevas demandas que se han ido generando. De forma muy sintética y precisa se puede decir que la docencia en el ámbito de la función financiera ha pasado de estar centrada en la contabilidad propiamente dicha y en suministrar información de forma unidireccional al resto de departamentos de las organizaciones para la toma de decisiones a convertir el flujo de información en multidireccional y por tanto formar parte de la toma de decisiones. Hoy en día, la formación académica en este ámbito está obligada a dar una visión general y transversal de las organizaciones, lógicamente sin perder de vista las implicaciones financieras, de forma que facilite la toma de decisiones contribuyendo de forma efectiva a la estrategia global, tanto del presente como del futuro, de la organización.
En este sentido, ya en 1997, Pérez Carballo et al. indicaban que el interés por la función financiera se volvió crítico cuando fue crucial generar, ordenar, planificar y distribuir los recursos necesarios para mantener en movimiento los subsistemas de producción y ventas, y cuando las rutinas contables de información y análisis, en términos monetarios, del conjunto de transacciones y actividades de la organización se hicieron insuficientes. Por lo tanto, ya se entreveía la necesidad de este proceso de cambio a finales del siglo pasado.
Este nuevo rol de la función financiera, de gran valor estratégico para las organizaciones, supone la corresponsabilización y participación de manera destacada en el proceso de planificación estratégica, velando en todo momento por que las políticas fijadas por la dirección general sean las óptimas y sostenibles en todas sus dimensiones. Esto supone que los equipos de personas que asumen la función financiera tienen que adaptarse a la complejidad de los nuevos entornos para garantizar que aportan a la organización el valor añadido esperado.
La academia también ha evolucionado para dar cobertura a esta nueva demanda. Las aportaciones académicas no solo tienen que servir para transmitir conocimiento mediante el análisis de la información financiera, de la planificación financiera, y proporcionar herramientas de captación de fondo para financiar las necesidades de la organización, sino que también deben dar respuesta a los retos de la dirección financiera en un contexto global que requiere, además de los conocimientos anteriores, tanto de un conjunto de habilidades interpersonales como de un conocimiento interdisciplinario de la posición que ocupa la función financiera dentro de la estrategia competitiva de la organización.
En esta nueva esfera de conocimientos, atribuciones y responsabilidades, aparecen nuevas exigencias, en cuanto a competencias profesionales que modifican el bagaje de la persona que debe ejercer esta función. Se ha de tener la capacidad para diseñar, planificar y ejecutar la función financiera que tengan en cuenta aspectos tan relevantes como la gestión del riesgo y el compromiso social. Por lo tanto, es necesario que se incorporen en el diseño del reporting financiero las necesidades informativas de los diferentes grupos de interés de la organización; que se desarrollen las competencias necesarias para liderar el área financiera de la empresa, teniendo en cuenta su posición enmarcada dentro de la estructura organizativa y con el fin de promover la mejora continúa de esta; tener presente en todo momento el contexto internacional; y, para acabar, disponer de las herramientas de análisis adecuadas.
Por: Jorge Mario Uribe Gil, profesor de los Estudios de Economía y Empresa
Sería imposible realizar una revisión exhaustiva de la evolución del estudio de las finanzas de mercado en las últimas dos décadas y media, y tal objetivo iría mucho más allá de mis conocimientos sobre la materia. Esta es tan solo una recopilación de algunos temas relevantes para la profesión que he tenido la oportunidad de explorar mediante mi investigación y formación, y que han sido determinantes para el desarrollo de las finanzas como las conocemos hoy. Tales desarrollos coinciden precisamente con los últimos 25 años de historia desde que se fundó la UOC y se encuentran en las líneas de la valoración de activos, la gestión cuantitativa del riesgo, las finanzas internacionales y las macrofinanzas. Los temas más recientes incluyen las finanzas verdes y las finanzas de la transición energética.
En general, los 25 años más recientes en el ámbito han estado marcados por un giro hacia un enfoque aun más cuantitativo en el estudio de la disciplina, que ya se venía perfilando desde décadas anteriores, pero que se intensificó a mediados de la década de los noventa. Esta nueva ola empírica coincide con un fenómeno más general en el estudio de la economía, y ha llevado a que surjan o se solidifiquen campos de conocimiento como la ingeniería o la econometría financieras.
A mediados de los años noventa se escribieron varios trabajos clásicos de la profesión, que influirían fuertemente en el futuro de esta. Por ejemplo, los estudios de Eugene Fama y Kenneth French abrirían las puertas de la valoración de activos para dar paso a un enfoque marcadamente empírico, que busca entender desde el análisis de los datos por qué algunas empresas obtienen mayores rendimientos en bolsa que otras. Lo que se conoce como el estudio de la sección cruzada de los rendimientos y sus determinantes. Paradójicamente, este carácter empírico estuvo en gran medida motivado por observaciones desde las finanzas del comportamiento que contradecían los postulados de décadas anteriores en la profesión, según los cuales los mercados siempre son eficientes (también impulsados por el propio Eugene Fama dos décadas antes, a principios de los setenta).
>A los tres «factores» tradicionales propuestos por Fama y French, a saber, la relación entre la empresa y el mercado, el tamaño de la empresa y la ratio del valor en bolsa frente al valor en libros, se le sumarían muy pronto otros como el impulso o momentum de la cotización de la acción, la liquidez, la rentabilidad económica o la estrategia de inversión empresarial. De hecho, en estas dos décadas y media el número de factores explicativos se ha multiplicado año tras año, hasta el punto de que hoy contamos con cientos de ellos en el arsenal de las finanzas empíricas, para tratar de explicar las diferencias en la sección cruzada de las cotizaciones, y es imposible prestar atención a todos.
Por esta misma razón, en años más recientes se han observado grandes esfuerzos en la profesión, concentrados en encontrar formas potentes de discernir la preponderancia de unos factores explicativos sobre otros y lograr descartar aquellos que probablemente aportan poco a la fotografía global. En esta tendencia cabe destacar la aplicación de técnicas estadísticas, como la validación cruzada u otras propias del aprendizaje de máquinas y la inteligencia artificial, que se usan hoy en día para condensar la información provista en los grandes volúmenes de información que llegan al mercado, y que se traducen en indicadores de desempeño que deben ser resumidos primero para poder ser interpretados después.
El enfoque cuantitativo del que hablé antes se ha convertido en la norma en términos de la gestión del riesgo financiero. Desde que J. P. Morgan popularizó el cálculo del valor en riesgo entre los banqueros de inversión, precisamente en el año 1994, el desarrollo de la ingeniería financiera y en particular el de los modelos de volatilidad ha sido vertiginoso. La ingeniería financiera ha pasado en pocas décadas desde la periferia de la profesión, en la que resaltaban los modelos de valoración de opciones y de modelado de tipos de interés, populares ya en las décadas de los setenta y ochenta, a estar directamente en el centro de los programas de finanzas y MBA alrededor del mundo.
De hecho, ha sido tal el desarrollo del ámbito, que hoy en día la cuantificación y la gestión del riesgo constituyen dos áreas distintas del conocimiento financiero y cada una consta de secuencias de cursos por separado. La cuantificación se enfoca más en el uso de la econometría financiera y la estadística para medir el riesgo, y de la misma forma en que la valoración de activos se ha especializado en el análisis de sección cruzada, la cuantificación del riesgo ha crecido de la mano del análisis de las series temporales, en especial de los modelos de volatilidad no constante. Mientras tanto, la gestión del riesgo se ha especializado en la valoración de productos derivados para la cobertura de este. Lo cual es necesario, dado el crecimiento vertiginoso que se ha registrado en este mercado, y las muy diversas naturalezas de estos productos, que hoy en día cuentan con un mercado de miles de millones de euros.
Por supuesto, la tipología de riesgos también se ha ampliado en estos años y su estudio ahora abarca muchas facetas del riesgo financiero, como el riesgo de crédito, operacional, de liquidez, de catástrofe, etc. Todos estos desarrollos han venido naturalmente acompañados de importantes cambios regulatorios y la homogeneización de muchas normas internacionales y prácticas regulatorias, como las plasmadas en los acuerdos de Basilea, en el caso particular de la industria bancaria, y acuerdos análogos de solvencia en la industria aseguradora.
Si algo ha sido determinante en la formación de las finanzas modernas y en la manera en la que se relacionan con otras áreas de la economía durante los últimos 25 años han sido las crisis financieras. Primero, las crisis de las economías emergentes en la segunda mitad de los noventa y después la crisis financiera global entre 2007 y 2009. En menor medida, también la crisis europea de la deuda soberana, aproximadamente entre 2010 y 2014.
Las crisis de los mercados emergentes de Asia, Rusia y América Latina a finales del siglo pasado motivaron el auge de los estudios sobre contagio financiero internacional e interdependencias entre mercados. La profesión ha cambiado varias veces de parecer en estos años con respecto a la existencia de contagio financiero internacional, entendido como la aparición de vínculos anómalos entre los mercados financieros de dos o más países, que no están explicados por las relaciones comerciales, macroeconómicas o políticas entre esos países, especialmente en épocas de crisis.
Hoy sabemos que, de hecho, la correlación en los mercados internacionales se incrementa en épocas de estrés financiero y muchas veces tal incremento no puede ser vinculado a alguna razón más allá del «sentimiento» de mercado. No obstante, para evitar la ambigüedad impregnada en el término contagio, en la literatura más reciente se conoce el estudio de las interdependencias de mercados como el estudio de los efectos de «desbordamiento», o spillovers en inglés.
El contagio financiero no ha sido la única anomalía estudiada por las finanzas internacionales modernas en estos 25 años, ya que otros temas, por poner dos ejemplos populares, como el home bias en la inversión, o el sesgo de descuento hacia delante en los mercados cambiarios, también están presentes. El primero consiste en que los inversionistas tienden a depositar más recursos en las carteras de sus propios países de lo que sería óptimo de acuerdo con los modelos de gestión de cartera. Y el segundo se refiere a que los inversionistas podrían, en teoría, realizar estrategias de carry-trade para obtener beneficios (pedir prestado en divisas con bajas tasas de interés y prestar en divisas con altas tasas de interés), y esto es consecuencia de que las tasas de interés de los futuros del tipo de cambio predicen mal el signo de los movimientos futuros en ese mercado.
La crisis financiera global, por su parte, acercó, hasta el punto de fusionarlas, lo que habían sido dos campos de la economía más bien de desarrollo independiente, con sus propios temas de estudio y sus propias herramientas matemáticas: la macroeconomía y las finanzas. Por un lado, después de la crisis, se popularizaron los modelos macroeconómicos que incluían un sector bancario no trivial para explicar las fluctuaciones agregadas de la economía. También se adoptaron en el análisis macroeconómico conceptos que habían sido de estudio exclusivo en las finanzas, sobre todo aquellos propios de la microestructura del mercado. Esta fusión vino a resultar en un área muy vibrante que se conoce como macrofinanzas. Los temas de incertidumbre, aversión al riesgo variante, riesgo sistémico y liquidez agregada se encuentran ahora en el centro de estos estudios, que también incluyen tópicos provenientes de la literatura de los límites de arbitraje, que se ocupa de los efectos que ciertas fricciones tienen sobre el mercado, impidiendo que estos actúen como se esperaría, y de que sus asignaciones no sean óptimas.
Desde un punto de vista metodológico, gran parte de los estudios teóricos en las macrofinanzas se caracteriza por utilizar herramientas de cálculo propias de la valoración de opciones (i. e. ecuaciones en tiempo continuo), para plantear y resolver problemas de macroeconomía, que generalmente se habían abordado desde otras perspectivas matemáticas (i. e. con ecuaciones en tiempo discreto). No obstante, se trata de un campo amplio y en plena evolución difícil de catalogar.
Los modelos recientes de macrofinanzas, además de otorgar un papel preponderante al sector financiero y al dinero, también exploran las consecuencias de considerar poblaciones heterogéneas en la economía, por ejemplo, agentes con distintos niveles de riqueza e incluso distintas preferencias. En particular, en la última década, ha cobrado fuerza el estudio de las consecuencias de la excesiva concentración de la riqueza sobre las asignaciones de mercado, el cual se reconoce como uno de los principales problemas que afectan a la estabilidad de las economías modernas.
Los últimos años han visto el surgimiento de temas que prometen ser aquellos que más fuerza ganen en las décadas venideras. Estos incluyen el auge de las criptomonedas y el blockchain, así como sus aplicaciones para el desarrollo del dinero digital; el trading algorítmico de alta frecuencia, que ha reemplazado hasta casi extinguir a los tradicionales traders de mercado que protagonizaban las películas de Hollywood de los años noventa, así como otras aplicaciones de la inteligencia artificial y en particular del aprendizaje profundo para resolver problemas financieros.
Un tema de especial relevancia y que tomará sin duda más fuerza en los años que nos esperan es el de las finanzas verdes. La finanzas verdes son un conjunto de estudios que van desde la compresión de los mercados de energías renovables y su impacto en la formación de precios en los mercados de electricidad, hasta el estudio de los efectos del cambio climático sobre los riesgos que enfrentan los diferentes actores financieros en el mercado, incluidos los bancos y los Gobiernos. Los cuales deberán adaptarse, junto al resto de la sociedad, a un nuevo mundo en el cual la generación de energía eléctrica se produzca desde fuentes sostenibles que no emitan gases contaminantes a la atmósfera.
El estudio de las finanzas está llamado así a jugar un papel clave, proveyendo las herramientas necesarias, no solo para valorar los riesgos financieros de la transición energética, sino para permitir que esta se produzca sin traumatismos y de forma justa, y para ayudarnos a construir sociedades más inclusivas y sostenibles.
Por: Àngels Fitó Bertran, vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad en la UOC
Los retos planetarios a los que nos enfrentamos, los avances científicos y tecnológicos, la globalización y la mundialización, la urgencia climática, el incremento de la longevidad y el desequilibrio territorial, entre tantos otros, configuran un escenario de riesgos y oportunidades que alteran y reconfiguran las dinámicas sociales y laborales. En el contexto laboral y profesional, el alargamiento de la vida laboral, las cifras de paro juvenil, la robotización o la capacitación digital, así como la gestión de la temporalidad, la retención del talento, las nuevas fórmulas organizativas, la desintermediación y el impacto de la economía de plataforma, ponen en entredicho los roles tradicionales de los diferentes actores del entorno económico y social que ahora, bajo una perspectiva ecosistémica, deben redefinir sus capacidades y modelos de colaboración para conseguir la adaptación constante a un entorno en cambio permanente.
En este escenario de retos complejos, donde la tecnología mediatiza las oportunidades de adaptación, la función financiera en el seno de las organizaciones, pero también los servicios profesionales que se relacionan con ella, también está realizando un profundo proceso de transformación que demanda nuevas competencias en el ejercicio profesional de las personas y nuevos encargos en el contexto organizativo.
En relación con el ejercicio profesional, hay autores como Richard y Daniel Susskind (2015) que anuncian la llegada de una era posprofesional en la que precisamente los límites de las profesiones tal y como tradicionalmente las hemos entendido se diluyen en favor de nuevas fuentes de generación de conocimiento práctico. El avance de esta sociedad posprofesional se caracteriza por:
1) El final de los servicios profesionales «artesanos» y el incremento de soluciones de personalización masiva así como la modularización de las tareas.
2) La relevancia decreciente de los valedores del saber y la dilución de los límites profesionales que hace que, en la toma de decisión financiera, intervengan prescriptores de otras disciplinas y nuevos referentes como comunidades de prácticas que asesoran a golpe de clic.
3) Una actitud más proactiva que hace que, del mismo modo que se ha desarrollado la medicina preventiva, también en el ámbito de las finanzas se hayan habilitado mecanismos de prospección que se anticipan en la gestión de riesgos y oportunidades.
4) El reto de lo que los autores denominan «el más por menos» para maximizar el retorno de la inversión en servicios profesionales, en el que la colaboración y la tecnología pueden ser un disparadero de procesos más eficientes y por tanto menos costosos.
En este contexto, la función financiera debe hacer frente a grandes retos. Por un lado, dar respuesta al incremento acelerado de la regulación y la demanda creciente de una mejora de la gobernanza. Las nuevas regulaciones en los sistemas de reporting avanzan a gran velocidad, imponiendo nuevos formatos y contenidos que persiguen un incremento de la transparencia y una mayor corresponsabilidad hacia el resto de actores económicos y sociales. La proliferación de nuevos estándares y el endurecimiento de los requerimientos que determinan el alcance de la información que revelar plantean nuevos retos para, más allá de cumplir con las expectativas legales y sociales, crear valor a partir de esta visión extendida de la información que hay que recoger, analizar y reportar. Por otro lado, los movimientos globalizadores también impactan en la planificación y ejecución financiera. Los procesos de armonización y de externalización de servicios profesionales, así como las transferencias de tecnología y los movimientos tanto de capital como de personal cualificado, plantean nuevas alternativas de acción en la gestión de la información, de los capitales y del talento. Finalmente, el impacto de las nuevas tecnologías y la necesidad de gobernar los procesos de automatización son quizás el factor más determinante de todo este proceso de metamorfosis. Los sistemas inteligentes o la llamada inteligencia artificial o la gestión basada en el tratamiento masivo de datos amplía la capacidad de análisis histórico y prospectivo con nuevas métricas antes inabarcables, ofrece nuevos lenguajes visuales de la información o permite hacer una evaluación más efectiva de los riesgos y de los retornos de inversiones. En definitiva, la potencia de los algoritmos permite procesar grandes volúmenes de datos detectando patrones complejos y cambiantes que permiten una toma de decisiones más consistente, a la vez que liberan tiempo no valioso.
Ante este panorama de transformación radical de la función financiera se hace necesario desarrollar nuevos perfiles competenciales, tanto de las personas que lo ejercen como de las organizaciones que lo integran. En cuanto a los profesionales, al margen de atributos que en este nuevo contexto se intensifican, como la capacidad de liderazgo, de trabajar e influir en entornos multidisciplinares, o la de integrar las nuevas tecnologías, toma un especial protagonismo la vinculada con una actuación ética y transparente. Habiendo mencionado el protagonismo creciente del algoritmo en la toma de decisiones, la capacidad de generar y transmitir confianza se vuelve fundamental.
En cuanto a las organizaciones, y entendiendo que la función financiera actúa en complicidad con el resto de funciones empresariales y organizativas, tiene el reto de contribuir proactivamente al desarrollo de aquellas capacidades dinámicas que deben permitir modificar o ajustar de manera continuada la base de recursos que garantiza una adaptación permanente a un entorno complejo, cambiante e incierto. La capacidad de reconocer el valor procedente de la nueva información, la capacidad colectiva de crear y asimilar nuevo conocimiento o la velocidad de respuesta ante nuevas oportunidades de producto o de mercado también son retos para la función financiera.
Finalmente, y a modo de resumen, hay que destacar que este panorama de retos y oportunidades, más allá de maximizar tanto el valor de las personas como el de la tecnología, requiere maximizar la complementariedad entre ambos: individuos y máquinas. En este sentido, habrá que tener la mente abierta a abordar cambios profundos y a la vez evitar posiciones de defensa o que solo persiguen mejoras incrementales. Teniendo en cuenta que desconocemos el impacto de la tecnología a largo plazo, habrá que hacer una aproximación flexible a sus avances y encararlos como oportunidades. Como dice el economista del MIT, David Autor, «In medicine, law, finance, retailing, manufacturing, and even scientific discovery, the key to winning the race is not to compete against machines but to compete with machines» (Autor, 2015).
AUTOR, David H.; DORN, David; HANSON, Gordon H. (2015). «Untangling trade and technology: Evidence from local labour markets». En: The Economic Journal, vol. 125, núm. 584, págs. 621-646. DOI: https://doi.org/10.1111/ecoj.12245.
FAMA, Eugene F.; FRENCH, Kenneth R. (1995). «Size and book-to-market factors in earnings and returns». En: The journal of finance, vol. 50, núm. 1, págs. 131-155. DOI: https://doi.org/10.1111/j.1540-6261.1995.tb05169.x.
FAMA, Eugene F. (1970). «Efficient capital markets: A review of theory and empirical work». En: The journal of Finance, vol. 24, núm. 2, págs. 383-417. DOI: https://doi.org/10.2307/2325486.
PÉREZ-CARBALLO VEIGA, Juan; Pérez-Carballo Veiga, Juan F. (1997). «Estrategia y Políticas financieras». En: Boletín de Estudios Económicos. (Book Review)
SUSSKIND, Richard; SUSSKIND, Daniel (2015). The Future of the Professions: How Technology Will Transform the Work of Human Experts. Oxford University Press. DOI: https://doi.org/10.1093/oso/9780198713395.001.0001.
FITÓ BERTRAN, Àngels; URIBE GIL, Jorge Mario; LLOBET DALMASES, Joan. Función financiera: identificación de escenarios de futuro en uno en torno a adaptación permanente. Oikonomics [en línea]. Marzo 2022, n.17. ISSN 2330-9546. DOI. http://dx.doi.org/10.7238/o.n17.2205
ODS
Doctora en Economía y Empresa por la Universidad de Barcelona. En marzo de 2019 es nombrada vicerrectora de Competitividad y Empleabilidad de la Universitat Oberta de Catalunya, cargo de nueva creación. Anteriormente, desde octubre de 2010, fue la directora de los Estudios de Economía y Empresa. Durante años ha compaginado la investigación y la docencia en temas relacionados con la gestión económico-financiera en diferentes universidades españolas, con el ejercicio profesional en el mismo ámbito. Su labor docente ha sido reconocida con la obtención de distintas acreditaciones de docencia e investigación.
Doctor en Economía por la Universidad de Barcelona y licenciado en Economía por la Universidad del Valle y en finanzas por la Universidad Santiago de Cali. Tiene un máster en inteligencia artificial por la Universidad Politécnica de Cataluña, y dos másteres en economía por el Instituto Universitario Europeo y la Universidad de los Andes. Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC, es investigador principal en esta universidad del grupo de investigación Financio, Macroeconomics and Management (FM2). Como investigador ha participado y liderado diferentes proyectos, entre otros, sobre la transmisión de la incertidumbre en los mercados financieros globales, los riesgos en los mercados de energía y aquellos asociados al clima, los efectos de la política monetaria o el envejecimiento de la población.
Doctor en Administración y Dirección de Empresas por la Universitat Politècnica de Catalunya. Máster de Dirección Fiscal y Financiera de la Empresa y licenciado en Economía por la Universidad de Barcelona. Director académico del máster universitario de Dirección Financiera de la UOC. Profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Miembro del grupo de investigación Finance, Macroeconomics and Management (FM2). Durante años, ha compaginado la docencia en temas relacionados con la administración y la dirección de empresas en diferentes universidades con el ejercicio profesional en el mismo ámbito.