Este artículo analiza el impacto de la doble transición ecológica y digital en la demanda de competencias laborales, así como, las transformaciones necesarias en los sistemas educativos para abordar estos cambios de manera efectiva y equitativa. La reconfiguración de los procesos productivos genera una creciente necesidad de competencias digitales, verdes y transversales. La digitalización impulsa la demanda de habilidades tecnológicas avanzadas, como por ejemplo la programación, la gestión de datos y la inteligencia artificial. Paralelamente, la transición ecológica exige conocimientos en energías renovables, economía circular, eficiencia energética y gestión ambiental. Ambas transformaciones también acentúan la importancia de competencias blandas, como la capacidad de adaptación, la resolución de problemas y la gestión del cambio.
En Cataluña y España, la evolución del mercado laboral subraya la necesidad de una formación transdisciplinaria y continua que integre estas nuevas exigencias. Para afrontar estos retos, hacen falta estrategias formativas innovadoras, metodologías de aprendizaje activo y una colaboración estrecha entre empresas, instituciones educativas y administraciones públicas. Finalmente, garantizar una transición inclusiva es esencial para evitar desigualdades y asegurar que los beneficios sociales, económicos y ambientales se distribuyan equitativamente. El éxito de esta doble transición dependerá de la capacidad de adaptación de los sistemas educativos y de su conexión con las necesidades del mercado laboral.
La gestión algorítmica plantea riesgos significativos en el ámbito laboral. Por un lado, facilita la discriminación al basarse en patrones poco transparentes. Esto dificulta que las «víctimas» puedan detectar y probar el trato desigual. Por otro lado, incrementa la intensidad del trabajo y reduce la autonomía, hecho que repercute negativamente en la salud física y mental del personal. A la vez, la capacidad de recopilar y procesar datos de manera masiva otorga a la empresa un control exhaustivo. Así, el poder de negociación de las personas trabajadoras disminuye al dificultar su participación en la distribución de los incrementos de productividad. La tecnología, además, se utiliza de manera ofensiva para vigilar y presionar a la baja los salarios. Con algoritmos cada vez más avanzados, es posible predecir y coartar la aparición de líderes sindicales o de reclamaciones colectivas. Este fenómeno se intensifica con la externalización productiva, dado que las empresas principales mantienen un control estricto a través de plataformas tecnológicas, pero eluden responsabilidades legales. Para afrontar estos retos, el texto propone la obligación de negociar y acordar con los representantes de las personas trabajadoras, así como la implementación de auditorías recurrentes de los algoritmos como forma de proteger la dignidad y los derechos laborales.
En un mundo cada vez más consciente de la importancia de la sostenibilidad, la transparencia en las prácticas empresariales se ha convertido en una prioridad. Como respuesta a esta demanda, la Unión Europea emitió en diciembre de 2022 la Directiva de Información sobre Sostenibilidad Corporativa (Corporate Sustainability Reporting Directive, CSRD, por sus siglas en inglés), la cual introduce requisitos más estrictos para la presentación del informe de sostenibilidad. Esta normativa redefine la forma en la que las empresas deben reportar sus impactos, riesgos y oportunidades en materia ambiental, social y de gobernanza (Environmental, Social, and Governance, ESG), y fomenta una mayor transparencia y alineación con los marcos regulatorios internacionales, permitiendo que inversores, reguladores y otros grupos de interés puedan tomar decisiones informadas sobre el nivel de sostenibilidad de una organización. El artículo analiza la Directiva CSRD, destacando sus principales beneficios y obligaciones para las empresas en la elaboración de los informes de sostenibilidad, y también examina el posible impacto de la propuesta de Directiva ómnibus I de la UE, presentada en febrero de 2025, y su impacto en la implementación y alcance de la CSRD.
Se explora el impacto de la inteligencia artificial (IA) en el mercado laboral, destacando sus implicaciones disruptivas y las oportunidades que puede generar. Es una tecnología avanzada, capaz de automatizar tareas tanto rutinarias como no rutinarias, que ya está transformando actividades como, por ejemplo, el reconocimiento de imágenes, la gestión de sistemas complejos y el procesamiento del lenguaje. Además de los efectos de polarización e incremento de la desigualdad salarial inducidos por la automatización digital, la IA puede poner en riesgo también trabajos altamente cualificados, puesto que puede sustituir tareas como, por ejemplo, el razonamiento deductivo o la organización de información. Pero a pesar de que la automatización reducirá la demanda de trabajo humano, también creará nuevas ocupaciones basadas en habilidades emergentes. La aplicación de la IA también puede complementar el trabajo humano, mejorando la calidad de los resultados y ampliando las habilidades laborales. Esta oportunidad de desarrollar complementariedades redefinirá las tareas y abrirá nuevas oportunidades laborales. Sin embargo, los beneficios de la IA no se distribuirán equitativamente, aumentando el riesgo de exclusión para grupos vulnerables. Para mitigar estos efectos, hacen falta políticas inclusivas y activas que fomenten la adaptación tecnológica y reduzcan las desigualdades sociales, para que la IA se convierta realmente en una herramienta potenciadora de la pericia humana.
Las transiciones digital y ecológica son procesos interconectados que generan tanto oportunidades de integración como desafíos regulatorios. En el ámbito europeo y español, las políticas buscan articular ambas transformaciones, aunque persisten dificultades en términos de regulación y gestión de recursos. Este estudio analiza las iniciativas y marcos normativos impulsados por la Unión Europea y España para abordar estos retos y promover un desarrollo más equilibrado y sostenible.
Este artículo analiza la importancia de diseñar e implementar estrategias de diversidad, equidad e inclusión (DEI) basadas en principios de sostenibilidad para hacer frente a los nuevos entornos de trabajo en los que la transformación digital tiene un gran impacto. Sobre la base del estudio de varios casos de éxito, se identifican aspectos clave que deben estar presentes en estas estrategias, señalando la relevancia de articular acciones orientadas a la verdadera inclusión de las personas, que sean sostenibles a la vez que aprovechan las oportunidades derivadas de la digitalización. Aunque las conclusiones apuntan a que se han logrado avances significativos en este ámbito, la realidad empresarial aún presenta margen de mejora para seguir trabajando en garantizar que todas las personas sean valoradas y representadas en sus entornos de trabajo.
En los últimos años, el interés por la inteligencia artificial (IA) ha crecido sustancialmente. La disponibilidad de grandes volúmenes de datos, los adelantos en la capacidad de cálculo y la invención de nuevos métodos y algoritmos han hecho posible entrenar modelos más precisos y fiables que pueden aplicarse con éxito en contextos reales. Este interés creciente se ha disparado todavía más con la aparición de nuevos métodos de IA generativa (IAG), capaces de sintetizar texto, imágenes, vídeo, audio o código a partir de las indicaciones de los usuarios. La popularidad de la IAG, junto con la aparición de nuevas versiones cada vez más sofisticadas que requieren más recursos para su creación y ejecución, ha abierto el debate sobre su escalabilidad a largo plazo. En este artículo analizaremos la IAG desde el punto de vista de la sostenibilidad, considerando el impacto actual y las previsiones de futuro, identificando las tendencias y tecnologías más prometedoras para hacer la IAG más sostenible a largo plazo.
Este artículo aborda la doble transición –digital y ecológica– como un desafío central para repensar el modelo de desarrollo económico en el siglo XXI. Se argumenta que el crecimiento económico basado en la expansión cuantitativa genera profundas crisis ambientales y desigualdades sociales, lo que hace imprescindible un cambio de paradigma hacia un crecimiento cualitativo. En este marco, se propone reconciliar la digitalización con la sostenibilidad, orientando la transformación tecnológica hacia la mejora de la calidad de vida en lugar de la mera acumulación de riqueza. A partir de una revisión crítica de los impactos de la digitalización y de las limitaciones de los enfoques convencionales de medición del desarrollo, se exploran alternativas para integrar justicia social, límites ecológicos y progreso tecnológico. El artículo contribuye al debate sobre cómo articular un modelo económico que responda a los retos contemporáneos sin reproducir las dinámicas extractivistas del crecimiento tradicional.