Dosier: «Ruralidades en transición» coordinado por Soledad Morales PérezNÚMERO 25 (NOVIEMBRE 2025)
REDES Y DESARROLLO SOCIOECNÓMICO

Ruralidades en red: el potencial transformador de la economía social y solidaria

Resumen

Este artículo analiza el papel creciente de la economía social y solidaria (ESS) en las transformaciones de las ruralidades catalanas contemporáneas. Lejos de representar respuestas marginales o sectoriales, las iniciativas de la ESS se han convertido en propuestas estructurales capaces de incidir en la sostenibilidad, la cohesión social, la producción cultural y la democratización económica en contextos rurales. El artículo plantea la hipótesis de que el potencial transformador de la ESS no radica solo en su acción local, sino en su capacidad de articularse en red con otros proyectos, instituciones y políticas públicas. Este tejido relacional contribuye a superar la fragmentación territorial, repensar las relaciones centro-periferia y activar formas de gobernanza colaborativa. El texto combina una aproximación analítica y propositiva, integrando referencias a procesos como, por ejemplo, el despliegue de la Red de Ateneos Cooperativos, la aprobación de la Ley del Estatuto de Municipios Rurales y experiencias como la de El Refugi y La Traça Cultural. Desde esta mirada, la ESS se presenta como un ecosistema dinámico que ofrece infraestructuras socioeconómicas, culturales e institucionales para hacer frente a los grandes retos contemporáneos e imaginar futuros rurales viables, justos y sostenibles.

economía social y solidaria;  mundo rural;  redes;  políticas públicas;  cooperativismo;  transformación social; 
Abstract

This article analyses the expanding role of social and solidarity economy (SSE) in transforming modern ruralities in Catalonia. Far from being marginal or sectoral responses, SSE initiatives have become structural proposals capable of influencing sustainability, social cohesion, cultural production, and economic democratization in rural areas. The article argues that the transformative potential of SSE resides not only in its local actions but also in its capacity to connect through networks with other projects, institutions, and public policies. This relational network helps to overcome territorial fragmentation, rethink centre–periphery dynamics, and foster collaborative governance. The text combines analytical and proactive approaches, referencing processes such as the development of the Network of Cooperative Atheneums (Xarxa d’Ateneus Cooperatius), the approval of the Statute of Rural Municipalities Act, and case studies including El Refugi and La Traça Cultural. From this perspective, SSE emerges as a dynamic ecosystem providing socio-economic, cultural, and institutional infrastructures to address major contemporary challenges and to envision viable, fair, and sustainable rural futures.

social and solidarity economy;  rural areas;  networking;  public policies;  cooperativism;  social transformation; 
Introducción

En los últimos años, el mundo rural ha vuelto a centrar la atención de la investigación, de las políticas públicas y de muchos sectores de la sociedad civil como un espacio clave para afrontar los grandes retos contemporáneos: la crisis ecosocial, la soberanía alimentaria, los cuidados, la cohesión territorial o la democratización económica. Este interés renovado ha ido acompañado de la consolidación de un nuevo imaginario de las ruralidades, en plural, que reconoce la diversidad de prácticas, de saberes y de formas de vida arraigadas a los territorios.

En este contexto, la economía social y solidaria (ESS) ha ido ocupando un papel creciente como vector de transformación social y económica en múltiples realidades rurales. Ya en el capítulo «L’economia solidària contemporània com a eina de transformació social i econòmica del territori rural» («La economía solidaria contemporánea como herramienta de transformación social y económica del territorio rural») (Espelt, 2022), publicado dentro del libro L’altre món rural (El otro mundo rural) (Cerarols y Nogué, 2022), se planteaba como la recuperación de formas colectivas de gestión de los bienes comunes, la perspectiva feminista o la intercooperación digital contribuían a repensar el mundo rural desde una lógica comunitaria, democrática y sostenible.

Desde entonces, se han producido adelantos significativos tanto en la proliferación de proyectos vinculados a la ESS como en su articulación con las políticas públicas locales y regionales. A la vez, se han profundizado las investigaciones que exploran las capacidades institucionales, los límites y las tensiones de estas prácticas. El presente artículo recoge estas nuevas aportaciones y plantea una reflexión actualizada sobre el rol estratégico de la ESS en la construcción de alternativas rurales resilientes e inclusivas. Con este análisis, se pretende contribuir al debate sobre su institucionalización en el marco de las políticas públicas rurales y mostrar, a partir de experiencias recientes, cómo estas prácticas pueden convertirse en una herramienta para imaginar, implementar y sostener modelos socioeconómicos más justos y arraigados al territorio.

Este artículo parte de la hipótesis de que las transformaciones rurales impulsadas por la ESS no se explican únicamente por su acción local, sino por su capacidad de articularse en red con otras iniciativas, instituciones y territorios. Esta lógica en red permite superar la dicotomía centro-periferia y construir un modelo territorial más equitativo, interdependiente y resiliente.

1. Ruralidades contemporáneas y nuevos paradigmas

Durante décadas, los imaginarios dominantes sobre el mundo rural han estado marcados por una mirada dualista y a menudo simplificadora: por un lado, como espacio de retraso económico y cultural; de la otra, como escenario idealizado de un retorno a lo esencial. Estas representaciones han invisibilizado la complejidad y la pluralidad de las ruralidades reales, hoy atravesadas por procesos de cambio profundo: despoblamiento y repoblamiento, precarización e innovación, abandono institucional y emergencia de nuevas formas de organización comunitaria.

En las últimas dos décadas, varias miradas críticas han cuestionado esta ruralidad monolítica y han defendido una concepción plural, dinámica y conflictiva de las ruralidades (Woods, 2007). Este enfoque reconoce la capacidad de las comunidades rurales para generar respuestas autónomas y creativas a los retos actuales, pero también subraya las desigualdades estructurales que las atraviesan.

La actual crisis ecosocial –con la emergencia climática, la tensión sobre los recursos, las vulnerabilidades alimentarias y energéticas o las desigualdades territoriales– ha vuelto a poner el foco en el mundo rural como espacio de posibilidad e iniciativas pioneras (Cerarols y Nogué, 2022). Estos proyectos no solo cubren necesidades materiales, sino que redefinen la relación con el territorio, el trabajo y la comunidad. Esta redefinición pasa a menudo por la creación o reactivación de redes territoriales de apoyo mutuo, de conocimiento compartido y de acción colectiva. En lugar de comprender el mundo rural como un mosaico de territorios aislados, hay que entenderlo como un ecosistema densamente conectado en múltiples escalas, en el que el intercambio con ciudades medianas o grandes contribuye a la sostenibilidad de todo el sistema.

Aun así, este potencial transformador no es espontáneo ni inevitable. Requiere condiciones de posibilidad: recursos, capacidades, apoyo institucional y, sobre todo, una mirada política que entienda el mundo rural no como periferia del desarrollo, sino como espacio activo de producción de futuro (Camarero y Oliva, 2019). Hay que superar las lógicas extractivas y clientelistas que han caracterizado muchas políticas rurales, y avanzar hacia enfoques sistémicos, centrados en la justicia territorial, la sostenibilidad y la democratización económica.

Es en este marco donde la economía social y solidaria es clave. Más allá de su potencial práctico, aporta una cosmovisión que prioriza la vida, la comunidad y la cooperación por delante del lucro, y que permite articular respuestas adaptadas a la diversidad de las ruralidades contemporáneas. Su contribución no se limita a generar alternativas económicas, sino que abre la puerta a repensar el modelo de desarrollo rural desde una perspectiva transformadora y arraigada.

2. La economía social y solidaria en el mundo rural

La economía social y solidaria (ESS) ha ido tomando una relevancia creciente como espacio de generación de respuestas colectivas a los desafíos sociales, ambientales y económicos. En el contexto rural, esta mirada adquiere un significado especialmente relevante, puesto que conecta con una larga tradición de gestión comunitaria, apoyo mutuo y organización popular, a la vez que responde a los retos contemporáneos de sostenibilidad, arraigo y justicia territorial (Escarrà, 2023).

En el capítulo publicado en 2022 (Espelt, 2022), ya se ponía de relieve cómo las prácticas de la ESS en el mundo rural catalán se inspiran en un legado de bienes comunales, asambleísmo y cooperativismo histórico, pero también se reinventan en clave feminista, agroecológica y digital. Esta hibridación las convierte en iniciativas capaces de repensar el desarrollo local desde una lógica de reproducción de la vida, no de maximización del beneficio.

Las iniciativas rurales de la ESS tienen algunas características propias que las distinguen de los contextos urbanos:

  • Arraigo territorial y relacional: se fundamentan en vínculos de confianza, conocimiento mutuo e identificación con el territorio. La proximidad no es solo geográfica, sino emocional y comunitaria.
  • Multiplicidad de funciones: a menudo, las iniciativas no solo cubren necesidades económicas (trabajo, producción, consumo), sino también culturales, educativas, simbólicas o de cuidados.
  • Condiciones adversas e innovación contextual: operan en entornos de menor densidad, con menos infraestructuras y con menos apoyo institucional, cosa que favorece soluciones creativas, adaptadas y resilientes.
  • Voluntad de transformación estructural: no se trata solo de adaptarse al contexto rural, sino de repensarlo. La ESS ofrece herramientas para superar el binomio «desarrollo vs. resistencia» y propone formas de vida sostenibles y emancipadoras.

 

Como hemos avanzado, la diversidad de experiencias es notable. Desde cooperativas agroecológicas y proyectos de soberanía alimentaria, hasta redes de cuidados feministas, iniciativas de dinamización cultural, vivienda cooperativa o plataformas digitales de intercooperación (Cerarols y Nogué, 2022). Muchas de estas entidades, aun y su pequeña escala, generan impactos significativos en el territorio: fijación de población joven, revalorización de conocimientos locales, restauración de soberanías, circularidad económica o refuerzo de redes comunitarias.

Estas iniciativas no aparecen aisladamente, sino que a menudo toman forma en un tejido previo de experiencias, conocimientos compartidos y vínculos institucionales. El ecosistema rural de la ESS en Cataluña se ha ido consolidando mediante procesos formativos, investigaciones colaborativas e instrumentos jurídicos que han permitido hacer emerger y sostener prácticas transformadoras. Plataformas como por ejemplo Pam a Pam,1 que visibiliza centenares de iniciativas con criterios éticos y territoriales, y redes como la de los Ateneus Cooperatius (Ateneos Cooperativos),2 la Xarxa d’Economia Solidària (Red de Economía Solidaria)3 o la Xarxa de Municipis per l’ESS (Red de Municipios para la ESS)4 han contribuido a configurar una infraestructura relacional que conecta nodos locales y comarcales con lógicas de intercooperación e incidencia compartida. Cabe destacar también el papel otras redes como por ejemplo la Xarxa d’Espais de Creació i Producció de Catalunya (Red de Espacios de Creación y Producción de Cataluña),5 que, a pesar de no ser propiamente una red sectorial de la ESS, cuenta con centros vinculados a la economía social y solidaria y abre potencialidades de colaboración futura para continuar articulando ecosistemas híbridos, culturales y socioeconómicos, especialmente relevantes en entornos rurales. En este marco, la Xarxa d’Ateneus Cooperatius destaca como un proyecto público-cooperativo único a escala europea, que articula más de 300 entidades en todo el territorio y actúa como palanca para la promoción de nuevas iniciativas, la consolidación de proyectos colectivos y la cocreación de políticas públicas desde la proximidad y con capacidad de adaptación a las dinámicas locales. En este ecosistema, el papel de las universidades –y especialmente de las universidades que trabajan en red con el territorio– ha sido y es fundamental. La articulación con centros de investigación y equipos universitarios comprometidos con la transformación social ha permitido desarrollar proyectos colaborativos, sistematizar conocimientos, acompañar procesos de evaluación y visibilizar buenas prácticas. Redes como la propia Red UOC Rural ejemplifican este vínculo activo entre producción de conocimiento y acción transformadora en el ámbito rural. Este diálogo entre universidad, territorio y ESS contribuye a consolidar prácticas con mayor capacidad de sostenibilidad e incidencia.

Esta articulación multinivel de la ESS en Cataluña ha sido recientemente analizada desde la perspectiva de la coproducción liderada por el procomún, poniendo el foco en los Ateneos Cooperativos como dispositivos de creación de redes institucionales y comunitarias. Según Mombelli, Maestre-Andrés y Villamayor-Tomas (2025), estos espacios configuran un modelo innovador de gobernanza pública-comunitaria-cooperativa que favorece la confianza mutua, la corresponsabilidad y la producción colectiva de servicios de interés público, preservando valores transformadores. El estudio muestra cómo la capacidad de escala y coordinación entre niveles –local, supramunicipal y regional– permite superar la fragmentación territorial y reforzar la sostenibilidad política y financiera de la ESS, especialmente en entornos no metropolitanos.

Con todo, hay que evitar una mirada idealizada. Las iniciativas rurales de ESS a menudo enfrentan grandes dificultades: carencia de recursos, cargas burocráticas, precarización de los cuidados internos, dificultades para escalar o para mantener relevos generacionales. Pero es precisamente en este escenario de complejidad donde la ESS se convierte en relevante: no como una solución cerrada, sino como una práctica abierta, adaptativa y profundamente democrática.

3. De la acción a la política pública: hacia una institucionalización transformadora

Las prácticas de la ESS en el mundo rural han ido más allá de su función autoorganizativa o productiva. En muchos casos, se han convertido en referentes de políticas públicas emergentes y han inspirado instrumentos, marcos normativos y programas de apoyo que incorporan una visión transformadora del desarrollo territorial.

La conexión entre prácticas transformadoras y políticas públicas no ha sido un proceso automático ni lineal. La institucionalización de la economía social y solidaria ha sido posible, en gran parte, gracias a la capacidad de las iniciativas para tejer redes de colaboración: entre actores locales y supramunicipales, entre el mundo asociativo y las administraciones, o entre sectores aparentemente distantes como el cultural y el agroecológico. Esta articulación ha permitido ampliar la escala y el impacto de las prácticas de la ESS, abriéndolas a la agenda pública. Pero este progreso ha sido lento y costoso, fruto de la persistencia, la incidencia colectiva y el aprendizaje compartido. Algunos ejemplos recientes evidencian la evolución y los potenciales:

  • La consolidación de los ateneos cooperativos en comarcas rurales, dentro del programa Aracoop,6 ha permitido reconocer y sostener una parte del ecosistema de ESS existente, pero también ha creado espacios de diálogo con el mundo local institucional.
  • La convocatoria de matchfunding Arrela’t (Arráigate),7 impulsada en el Pirineo, que combina financiación pública y colaboración ciudadana para apoyar a proyectos locales con impacto social y pone en práctica formas híbridas de coproducción de políticas.
  • Algunos ayuntamientos y mancomunidades de micropueblos, especialmente sensibles a los déficits estructurales de los territorios rurales, han empezado a incluir cláusulas sociales en la contratación pública, a promover espacios de codiseño con iniciativas locales o a ceder espacios infrautilizados para proyectos de economía comunitaria.

 

El caso de los ateneos cooperativos ilustra especialmente bien cómo una red institucionalizada puede generar impacto en múltiples escalas. En entornos rurales, el acompañamiento técnico y la facilitación de enlaces entre proyectos han favorecido la viabilidad de microiniciativas en sectores como, por ejemplo, el agroalimentario, los cuidados o la vivienda. Esta capacidad de conectar proyectos pequeños y dispersos con recursos, instituciones y otros actores del territorio demuestra cómo una red sólida puede convertirse en una infraestructura democrática para una ESS rural con incidencia estructural.

Estos casos apuntan a una tendencia: la institucionalización de la ESS no como asimilación burocrática, sino como reconocimiento de su potencial transformador. Esto implica un cambio de paradigma en las políticas públicas rurales: ya no se trata solo de gestionar servicios o repartir ayudas, sino de fomentar condiciones estructurales para una economía más justa, arraigada y democrática (Utting, 2015). Esta tendencia de acercamiento entre prácticas comunitarias y política institucional ha recibido recientemente un impulso relevante con la aprobación de la Ley del Estatuto de municipios rurales8 (julio de 2025). Este marco normativo reconoce la singularidad de los municipios de menos de 2.000 habitantes y establece instrumentos específicos de financiación, simplificación burocrática y garantías de equilibrio territorial. Además, prevé un mecanismo de garantía rural que obligará a valorar el impacto territorial de todas las políticas públicas. Este nuevo escenario puede abrir oportunidades a que las iniciativas de ESS incidan de manera más directa en la agenda institucional rural, especialmente si se mantiene una visión de ruralidad cooperativa, arraigada, situada y en red.

Aun así, este proceso está lleno de tensiones. La entrada de la ESS en la agenda pública comporta riesgos de cooptación, normativización y pérdida de autonomía. Algunas iniciativas reivindican su independencia institucional como condición para su sostenibilidad. Otros alertan sobre la desigualdad de acceso a los recursos y la necesidad de cambios profundos en las reglas del juego administrativas.

Por eso, más que replicar esquemas clásicos de apoyo, las políticas públicas rurales tendrían que orientarse hacia formas de gobernanza compartida, reconociendo las iniciativas de ESS como sujetos activos en el diseño, la implementación y la evaluación de políticas. Como han apuntado varios autores, esta coproducción de políticas genera formas de democracia experimental que pueden reforzar tanto la legitimidad institucional como la innovación social (Torfing, 2013).

Se trata, pues, de pasar de políticas «para el mundo rural» a políticas «con el mundo rural». Este enfoque puede contribuir no solo a dar estabilidad a las iniciativas existentes, sino también a generar nuevos imaginarios institucionales más abiertos, flexibles y participativos. Y, sobre todo, puede ayudar a garantizar que las transformaciones impulsadas desde la base no queden relegadas a la marginalidad o a la excepcionalidad, sino que informen estructuralmente el futuro del territorio.

4. El Refugi i La Traça Cultural: una ruralidad cooperativa y en red

El caso de El Refugi y el proyecto derivado de La Traça Cultural ilustran con claridad cómo las transformaciones rurales impulsadas por la ESS pueden tomar forma mediante una dinámica de generación de redes territoriales y sectoriales. Lejos de ser una iniciativa aislada, esta experiencia se inscribe en una trama más amplia de organizaciones, instrumentos y políticas que apuntan hacia un nuevo paradigma de desarrollo rural colaborativo.

Seleccionado en la convocatoria de matchfunding Arrela’t Alt Pirineu i Aran, El Refugi es una librería crítica de la Seu d’Urgell impulsada desde los valores de la ESS. Su apuesta por la cultura transformadora, el arraigo territorial y el cooperativismo se ha convertido en un punto de referencia en el Pirineo catalán. El acompañamiento recibido a través del matchfunding –una combinación de financiación pública y aportaciones ciudadanas gestionada con la plataforma Goteo– permitió fortalecer el proyecto tanto a escala económica como organizativa, integrándolo en una red de apoyo que va más allá de los recursos materiales.

El Refugi no solo consolidó su proyecto local, sino que activó un proceso de colaboración interterritorial con La Lluerna, librería cooperativa de Ripoll, dando lugar a La Traça Cultural: una infraestructura digital y comunitaria para visibilizar, conectar y reforzar iniciativas culturales arraigadas en el territorio pirenaico. La Traça se erige hoy en plataforma cooperativa de tercer nivel, que articula comarcas como por ejemplo el Alt Urgell, el Ripollès y otros puntos del territorio a partir de la cultura crítica y la economía transformadora.

Este caso ejemplifica de manera concreta la hipótesis que atraviesa este artículo: la capacidad de la ESS de generar transformación en el mundo rural no radica solo en su acción local, sino en su articulación en red –con otras iniciativas, instituciones públicas, plataformas tecnológicas y actores sociales. El uso de Goteo como herramienta del procomún digital y el cruce entre ESS, cultura y políticas públicas participativas hacen de este caso un ejemplo paradigmático de una ruralidad cooperativa y en red.

El apoyo institucional –en este caso mediante el programa Arrela’t– no fue asimilador ni directivo, sino facilitador y multiplicador. Esta orientación permite imaginar formas híbridas de política pública, que reconocen el valor de las potencialidades y de los proyectos existentes, apoyan la innovación colectiva y apuestan por una gobernanza más horizontal. En definitiva, El Refugi y La Traça Cultural son mucho más que una librería y una agenda digital: son infraestructuras cooperativas de territorio, que operan como nodos culturales, políticos y económicos de un ecosistema rural en transformación.

Conclusiones

Como hemos analizado a lo largo del artículo, los últimos años han evidenciado que el mundo rural no es solo espacio de carencia o nostalgia, sino un escenario central para la innovación social, económica y ecológica. La economía social y solidaria (ESS), con su enfoque transformador, ha demostrado una capacidad notable para generar respuestas arraigadas a los desafíos de los territorios rurales.

Este artículo ha querido poner de relieve no solo la efervescencia de estas prácticas, sino también el desplazamiento progresivo del ESS hacia el ámbito de las políticas públicas, especialmente en contextos en los que hay una predisposición institucional a trabajar desde la proximidad, la confianza y la coproducción. La institucionalización, cuando se hace desde el respeto a la autonomía y con vocación de transformación sistémica, puede convertirse en un vector de cambio estructural para el desarrollo rural.

Una de las claves para consolidar las prácticas de la ESS en el mundo rural es entenderlas como partes de una trama relacional más amplia, que une proyectos, instituciones y comunidades en un ecosistema interconexionado. La idea de ruralidad en red permite superar los límites de la fragmentación territorial y plantear políticas que refuercen los vínculos entre comarcas, entre el ámbito rural y el urbano, y entre sectores económicos y culturales aparentemente separados. Experiencias como, por ejemplo, la Xarxa d’Ateneus Cooperatius muestran que es posible construir modelos de gobernanza distribuida, en los que la interconexión territorial no solo genera eficiencia y viabilidad, sino también soberanía y justicia social. Este nuevo marco normativo refuerza la necesidad de articular la ESS como socio estratégico en el despliegue de las políticas rurales e invita a integrar de manera activa las redes e iniciativas ya existentes. La Ley del Estatuto de municipios rurales, recientemente aprobada, puede convertirse en una herramienta fundamental para institucionalizar esta mirada si se aplica desde una perspectiva de gobernanza colaborativa y soberanía territorial compartida. Con todo, esta trayectoria todavía es frágil. Para consolidar la aportación de la ESS en el mundo rural habría que considerar, entre otras, las siguientes propuestas:

  • Reconocer y dar apoyo estable a las iniciativas existentes, más allá de convocatorias puntuales, con recursos e instrumentos adaptados a su realidad.
  • Fomentar espacios de codiseño de políticas públicas, en los que las organizaciones de la ESS participen activamente en las decisiones que las afectan.
  • Impulsar la intercooperación rural, también a escala supracomarcal, como estrategia para garantizar sostenibilidad, relevo generacional y capacidad de escalar iniciativas.
  • Incorporar transversalmente la perspectiva feminista y ecosocial en todas las fases de diseño, implementación y evaluación de políticas rurales.
  • Reforzar la articulación entre investigación y acción, promoviendo procesos de autoevaluación, documentación y sistematización de las prácticas transformadoras ya existentes.
  • Reforzar el rol de las universidades como agentes activos de transformación territorial, favoreciendo modelos de investigación colaborativa, formación contextualizada y cocreación de conocimiento al servicio de los proyectos rurales de ESS. Potenciar las alianzas universitarias en red puede ser clave para estructurar ecosistemas sólidos de investigación-acción como los que se están potenciando desde el RIS3CAT9 (Generalitat de Catalunya).
  • Consolidar y fortalecer las redes interterritoriales de la ESS, fomentando espacios de conexión entre iniciativas rurales y urbanas, y reconociendo el papel clave de estas redes en la sostenibilidad y la resiliencia del conjunto del territorio.

 

En definitiva, la ESS no solo propone modelos alternativos de hacer economía, sino que abre la puerta a nuevos horizontes de gobernanza democrática y de soberanía territorial. En tiempos de emergencias múltiples, escuchar al mundo rural y acompañar sus proyectos transformadores es, más que una opción política, una condición de posibilidad para imaginar futuros habitables.

Referencias bibliográficas

CAMARERO, Luis; OLIVA, Jesús (2019). «Thinking in rural gap: mobility and social inequalities». Palgrave communications, n.º 5, vol. 1. DOI: https://doi.org/10.1057/s41599-019-0306-x

CERAROLS, Rosa; NOGUÉ, Joan (eds.) (2022). L’altre món rural. Reflexions i experiències de la nova ruralitat catalana. Manresa: Tigre de Paper.

ESCARRÀ, Carla (ed.) (2023). Economia solidària i ruralitats. Recuperant sobiranies. Pol·len Edicions i XES.

ESPELT, Ricard (2022). «L’economia solidària contemporània com a eina de transformació social i econòmica del territori rural». En: CERAROLS, R.; NOGUÉ, J. (eds.). L’altre món rural. Reflexions i experiències de la nova ruralitat catalana. Manresa: Tigre de Paper.

MOMBELLI, Serena; MAESTRE ANDRÉS, Sara; VILLAMAYOR-TOMAS, Sergio (2025). «Scaling-up commons-led coproduction: the governance model of the cooperative Athenaeums in Catalonia». Territory, Politics, Governance, págs. 1-23. DOI: hhttps://doi.org/10.1080/21622671.2025.2530611

TORFING, Jacob (2013). «Collaborative innovation in the public sector». En: OSBORNE, S. P.; BROWN, L. (eds.). Handbook of innovation in public services. Cheltenham: Edward Elgar Publishing

UTTING, Peter (ed.) (2015). Social and solidarity economy: Beyond the fringe. Londres: Zed Books / UNRISD. DOI: https://doi.org/10.5040/9781350222618

WOODS, Michael (2007). «Engaging the global countryside: globalization, hybridity and the reconstitution of rural place». Progress in Human Geography, n.º 31, vol. 4, págs. 485-507. DOI: https://doi.org/10.1177/0309132507079503

 


  1. Pam a Pam, el mapa de la economía social y solidaria de Catalunya. Ved: https://pamapam.cat/

  2. La Red de Ateneos Cooperativos, creada en 2016, tiene catorce espacios distribuidos por todo el territorio catalán. Ved: https://treball.gencat.cat/ca/ambits/economia_social/vols_crear_una_cooperativa_o_una/ateneus
  3. Después de un largo periodo de gestación y aprendizajes, la Red de Economía Solidaria, se constituye en 2002, y representa el máximo articulador del ESS a Cataluña. Ved: https://ca.wikipedia.org/wiki/Xarxa_d%27Economia_Solid%C3%A0ria_de_Catalunya
  4. Actualmente, 64 municipios y tres consejos comarcales forman parte de la Red de Municipios por la Economía Social y Solidaria. Ved: https://xmess.cat/municipis-adherits/
  5. Xarxaprod, red de espacios de creación y producción de Cataluña, es una asociación profesional sin ánimo de lucro creada en 2009 con una cincuentena de espacios asociados https://xarxaprod.cat/

  6. Aracoop. Ved: https://cooperativescatalunya.coop/que-es-aracoop/
  7. Se han llevado a cabo tres ediciones del matchfunding Arrela’t Alt Prineu i Aran (2020, 2022 y 2024). Ved: https://sites.google.com/view/arrelat-alt-pirineu-i-aran/inici
  8. Ley 8/2025, de 30 de julio, del Estatuto de municipios rurales. Ved: https://governobert.gencat.cat/ca/transparencia/normativa-i-informacio-interes-juridic/normativa/normativa-en-tramit/pre/en-tramit/llei-8-2025-estatut-municipis-rurals
  9. RIS3CAT, innovación transformativa. Véase: https://economia.gencat.cat/ca/ambits-actuacio/ris3cat/index.html

 

Cita recomendada:

ESPELT, Ricard. «Ruralidades en red: el potencial transformador de la economía social y solidaria». Oikonomics [en línea]. Noviembre 2025, n.º 25. ISSN 2330-9546. DOI: https://doi.org/10.7238/o.n25.2503


ODS

ODS ODS 5 ODS 8 ODS 12

Sobre el autor