Emprender con sentido: bienestar financiero y desafíos estructurales del emprendimiento femenino rural
El emprendimiento femenino en el entorno rural es una vía estratégica para el desarrollo territorial sostenible, pero también un desafío marcado por desigualdades de género, brechas formativas y limitaciones estructurales. Este artículo, basado en los avances del proyecto FIDER_Rural financiado desde la convocatoria del Research Accelerator Rural de la Red UOC Rural, presenta el contexto y los factores que configuran la relación entre bienestar económico, alfabetización financiera y toma de decisiones estratégicas de mujeres emprendedoras rurales en España. Se abordan cinco ejes clave: experiencias personales de emprendimiento, impacto de la formación financiera, barreras estructurales (digitales, culturales y de acceso a recursos), necesidades formativas específicas y una visión ampliada del bienestar financiero, como, por ejemplo, autonomía y sostenibilidad. A través de una perspectiva cualitativa y multidimensional, se combinan datos de estudios recientes, testimonios directos y buenas prácticas institucionales. Se concluye con algunas propuestas para desarrollar políticas públicas, programas de formación adaptados al territorio y redes de acompañamiento que reconozcan el valor del emprendimiento femenino rural como motor de transformación económica, cohesión social y justicia territorial.
Female entrepreneurship in rural areas is crucial for sustainable territorial development, but it also faces challenges such as gender inequalities, educational gaps, and structural barriers. This article, based on the progress of the FIDER_Rural project, funded by the Rural UOC Network’s Rural Research Accelerator, explores the context and factors influencing the relationships among economic well-being, financial literacy, and strategic decision-making among rural women entrepreneurs in Spain. It addresses five key areas: personal entrepreneurial experiences; the impact of financial education; structural barriers (digital, cultural, and resource access); specific training needs; and a broader view of financial well-being, including autonomy and sustainability. Using a qualitative, multidimensional approach, the study combines recent research, direct testimonials, and institutional best practices. It concludes with proposals for developing public policies, tailored training programmes aligned with local needs, and support networks that recognize rural female entrepreneurship as a driver of economic transformation, social cohesion, and territorial justice.
En las últimas décadas, el medio rural ha sido retratado con frecuencia como un espacio en declive: despoblación, envejecimiento o falta de servicios. Sin embargo, desde ese mismo territorio están emergiendo voces, muchas de ellas femeninas, y proyectos que desafían esta narrativa. En este sentido, en España, el emprendimiento liderado por mujeres en zonas rurales ha ido ganando visibilidad y protagonismo, no solo como mecanismo de generación de empleo, sino como una forma de resistir, de transformar y de quedarse.
Según muestra el informe GEM España (2024), existe una tendencia al alza en la participación de mujeres en actividades emprendedoras en el medio rural dentro de España entre 2019 y 2023, destacando una recuperación y crecimiento pospandemia. Según este informe, las mujeres de entre 18 y 64 años representan casi el 4 % de las iniciativas emprendedoras en fase inicial (menos de 3,5 años de vida) en el entorno rural (municipios de menos de 5.000 habitantes). Sin embargo, ese dato esconde realidades desiguales. Así, estas emprendedoras no solo deben enfrentarse a los retos comunes del emprendimiento, sino también a obstáculos estructurales asociados a su género y su contexto territorial: menor acceso a financiación, mayor carga de cuidados, escasa formación financiera y digital y modelos de negocio mayormente centrados en la subsistencia.
El artículo adopta una perspectiva cualitativa y multidimensional, basada en la combinación de investigación académica, experiencias de campo y literatura especializada. El análisis se nutre de datos de estudios recientes, testimonios directos y buenas prácticas institucionales. Es fundamental destacar que, dado su carácter de revisión e investigación basada en el proyecto FIDER_Rural, el estudio no incluye entrevistas primarias realizadas por los autores. En su lugar, utiliza testimonios y citas de mujeres emprendedoras extraídos de fuentes secundarias públicas y verificables (como informes, blogs, artículos de prensa y proyectos institucionales). Por esta razón, todas las declaraciones incluidas a lo largo del texto están referenciadas entre paréntesis, indicando la fuente original y la fecha de publicación. Esto garantiza el rigor académico y la observancia del código ético al respetar la procedencia pública de las declaraciones y la atribución original. Los nombres de las emprendedoras citadas a lo largo del artículo provienen de fuentes periodísticas o de proyectos donde su identidad es visible para la visibilización de sus iniciativas, y, por lo tanto, los testimonios no han sido anonimizados.
Inspirado en el proyecto FIDER_Rural impulsado desde la Red UOC Rural de la Universitat Oberta de Catalunya (2025), el artículo propone una mirada al emprendimiento femenino en el mundo rural, poniendo el foco en un aspecto clave y a menudo invisibilizado: el bienestar financiero. Nuestra tesis central es que el bienestar financiero de las emprendedoras rurales no puede entenderse solo desde las cifras de ingresos o beneficios. Lejos de reducirse al ingreso económico, este bienestar se entiende como la capacidad de decidir con autonomía, de proyectar el futuro del negocio y del hogar, y de vivir sin miedo a la inestabilidad constante. Reconocemos que emprender en el mundo rural implica superar resistencias culturales, barreras formativas, desigualdades estructurales y, a la vez, reconocer enormes potencialidades para transformar los territorios y a quienes los habitan.
Este proyecto se enfoca en la acción y la articulación: uno de sus objetivos principales es vincular universidades, entidades locales y redes de emprendedoras en un ecosistema que fomente la formación continua y la sostenibilidad. Esta perspectiva sistémica refuerza la idea de que el impulso de plataformas regionales en las que se articulen formación, asesoramiento, innovación y visibilización puede tener un efecto multiplicador.
A lo largo del artículo se explorarán distintas dimensiones del emprendimiento femenino en contextos rurales, a partir de un enfoque centrado en visibilizar, comprender y apoyar a las mujeres que están reinventando el futuro desde lo rural. Finalmente, el estudio concluye con una serie de propuestas orientadas a fortalecer la autonomía económica y el bienestar financiero de estas emprendedoras, sugiriendo la integración de programas con enfoque de género y ruralidad, el fomento de competencias digitales aplicadas a la gestión financiera, y la inclusión de indicadores de bienestar financiero en las políticas de apoyo.
Fuera de las capitales y las ciudades, en pueblos y zonas más dispersas, crece un nuevo tipo de tejido empresarial silencioso, persistente y transformador: el de las mujeres que emprenden desde lo rural. Sus historias no aparecen en los titulares de prensa, pero sí en los cambios cotidianos de sus comunidades, donde el emprendimiento se convierte no solo en una vía de sustento, sino en un motor de creación de oportunidades para otros, y en una forma de vida con sentido.
Mientras que el informe GEM España (2024) sitúa en un 4 % la tasa de emprendimiento femenino en fase inicial en zonas rurales, el informe Emprendimiento verde de las mujeres y emprendimiento de las mujeres en el ámbito rural del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO, 2023), permite territorializar esta tendencia, mostrando diferencias significativas entre comunidades autónomas. Esta dualidad de datos revela que el fenómeno no es homogéneo y que los factores territoriales juegan un papel determinante en la configuración del emprendimiento femenino rural en España.
El mapa de calor de la figura 1 revela que las comunidades autónomas con mayor superficie rural y tradición agrícola, como Castilla y León, Andalucía y Galicia, presentan una mayor concentración de emprendimiento femenino en el medio rural. Estas regiones destacan por iniciativas en sectores como la agroalimentación, el turismo rural o la artesanía, en los que las mujeres han encontrado espacios de participación económica y visibilidad social. Esta concentración puede vincularse a una mayor disponibilidad de recursos (tierra, redes comunitarias e infraestructuras locales) y a una mayor institucionalización del apoyo al emprendimiento rural. Por otro lado, en comunidades con menor extensión rural o más urbanizadas, como Baleares y Canarias, la competencia por el acceso a recursos productivos más limitados, junto con la persistencia de estructuras agrarias masculinizadas o la orientación económica hacia el turismo convencional, tienden a reforzar las barreras estructurales que dificultan el acceso de las mujeres al emprendimiento rural.
Figura 1. Distribución territorial del emprendimiento femenino rural en España por comunidad autónoma

Fuente: informe MITECO, 2023
Además, según muestra el informe de GEM España (2024), la mayoría de los emprendimientos femeninos en el entorno rural se concentran en sectores primarios, aunque empieza a aparecer una presencia emergente en áreas tecnológicas (figura 2).
Figura 2. Distribución de emprendimientos femeninos por sector en zonas rurales

Fuente: informe GEM España, 2024
Lejos de la imagen tradicional de «la mujer del campo» que se podría derivar de los datos del informe MITECO (2023) y de GEM España (2024), estas emprendedoras rurales encarnan una nueva generación de liderazgos que conjugan innovación, sostenibilidad y resiliencia. Nazaret Mateos, fundadora de EntreSetas en Paredes de Nava de la provincia de Palencia (1.911 habitantes), galardonada con el premio a la Mejor Agricultora Ecológica de Europa en 2022, afirma: «No quería irme del pueblo. Si quería quedarme, tenía que crear mi propio trabajo» (FADEMUR Galicia – Emprendimiento). Su modelo de cultivo sostenible de setas no solo genera empleo local, sino que se integra en proyectos de reforestación en zonas afectadas por incendios.
La digitalización también ha abierto caminos inesperados. Desde Castañares de Rioja (404 habitantes), Mari Cruz Torres ha construido La Despensa de Jabón, una firma de cosmética natural con venta internacional. Ella explica con orgullo: «Empecé en la cocina de casa, vendiendo en ferias. Hoy, tengo una tienda online y mis productos están en varios países» (Cadena SER, 14 de octubre de 2024).
Silvia y Miriam Herrera, desde Peñafiel, provincia de Valladolid (5.085 habitantes), apostaron por el enoturismo con Mélida Wines, un proyecto que combina bodega, alojamiento y restauración. Iniciaron el negocio poco antes de la pandemia y, lejos de rendirse, adaptaron su modelo al nuevo contexto con creatividad y arraigo. En la entrevista publicada en el blog de la Cadena SER (19 de noviembre de 2024), relatan su historia y comentan que «teníamos claro que queríamos aportar algo propio».
Estas historias no son casos aislados. Iniciativas como el programa Emprendimiento sosteNible de FADEMUR Galicia han acompañado a decenas de mujeres que lideran negocios en el ámbito agroalimentario, ecológico, turístico o artesanal (Campo Galego, 1 de agosto de 2024). Una participante del programa en Silleda, provincia de Pontevedra, en Galicia (8.870 habitantes), comentó: «Si no hay oportunidades, las creamos. Pero necesitamos herramientas, no sólo reconocimiento».
En conjunto, las experiencias y datos presentados configuran el emprendimiento femenino rural como una decisión estratégica y vital, más allá de la mera actividad económica.
Detrás de cada una de estas mujeres hay una historia de superación, pero también una decisión estratégica fundamental: emprender para quedarse. El motor principal de estas iniciativas no es solo la maximización del beneficio, sino la búsqueda de la autonomía para decidir, el arraigo en el territorio como forma de resistencia a la despoblación y la generación de un sustento con sentido que beneficie a sus comunidades. Estas motivaciones definen modelos de negocio que priorizan la viabilidad y la estabilidad por encima del crecimiento acelerado, un factor que condiciona directamente su aproximación al bienestar financiero.
En este camino, las decisiones económicas, desde cómo financiar una inversión hasta cómo gestionar recursos del hogar, son tan relevantes como la pasión por el proyecto. Comprender su realidad implica escuchar su voz, reconocer sus necesidades y, de forma crítica, adaptar las políticas de apoyo al contexto rural y de género en el que actúan. Esto es fundamental para transitar del autoempleo precario al emprendimiento sostenible, fortaleciendo el bienestar financiero entendido como la capacidad de vivir con dignidad y control sobre su futuro.
Emprender en el mundo rural siendo mujer no es solo cuestión de tener una buena idea. Implica desafiar un entramado de obstáculos visibles y, sobre todo, invisibles que limitan el desarrollo de muchos proyectos antes incluso de nacer. Estas barreras estructurales no responden únicamente a la falta de recursos financieros, sino que se entrecruzan con factores culturales, educativos, digitales y sociales.
Uno de los principales desafíos es el acceso desigual a la financiación. Tal como exponen Singla y Singla (2021), las emprendedoras rurales se enfrentan a una triple desventaja: informalidad en la gestión, escaso historial crediticio y, en muchos casos, desconocimiento de las condiciones y alternativas financieras disponibles. Esto conlleva una dependencia de fuentes informales de capital como la familia, ahorros o ciertos microcréditos de bajo volumen no institucionalizados, que limita la capacidad de consolidar una operación económicamente viable que permita sostener el proyecto e invertir estratégicamente.
La brecha digital es otra gran barrera. A pesar de los avances en conectividad, muchas zonas rurales todavía tienen dificultades de acceso a internet estable o de formación tecnológica. Como destacaba Mari Cruz Torres, fundadora de La Despensa de Jabón, «hasta que no tuve conexión estable, no podía vender más allá de las ferias» (Cadena SER, 14 de octubre de 2024). La digitalización no es solo una herramienta de crecimiento; es una condición para sostener sus proyectos empresariales.
La figura 3 compara indicadores clave del desarrollo sostenible entre zonas rurales y urbanas en España en 2023. Se observa que las zonas rurales presentan desafíos significativos en infraestructura digital, empleo femenino y acceso a la educación superior, lo que impacta en el desarrollo sostenible.
Figura 3. Indicadores de desarrollo sostenible en zonas rurales en 2023

Fuente: Instituto Nacional de Estadística (INE)
Las normas sociales y los estereotipos de género siguen operando en segundo plano, pero con gran fuerza. Como señala Carter (2011), muchas mujeres emprendedoras no son reconocidas como tales en su entorno: sus negocios son percibidos como extensiones del trabajo doméstico o como «ayuda al hogar». Esta percepción resta valor simbólico a su trabajo, limita su acceso a redes profesionales y alimenta la autoexigencia y la invisibilización.
Además, la carga de cuidados continúa recayendo de forma desproporcionada sobre las mujeres rurales. En ausencia de servicios públicos suficientes, muchas compatibilizan el emprendimiento con el cuidado de hijos, personas mayores o la gestión del hogar. Como consecuencia, los negocios suelen diseñarse en función del «tiempo disponible» y no de su potencial de mercado. Esta restricción invisible condiciona el modelo de negocio desde el origen.
Finalmente, la falta de redes de apoyo y formación adaptada a la realidad rural dificulta el acceso a oportunidades de aprendizaje. Según Bhuiyan y Ivlevs (2019), las mujeres emprendedoras suelen tener menos acceso a mentoría, formación estratégica o recursos para innovar. Esto se agrava si los programas existentes no se adaptan al territorio, al tiempo disponible o al nivel formativo de base. Una emprendedora gallega participante del programa en Silleda señalaba en la entrada del blog de Campo Galego (agosto de 2024): «Te apuntas a un curso de finanzas, pero luego no entiendes nada o te piden que vayas a 100 km de tu casa. Así no es fácil».
En conjunto, estas barreras configuran un sistema en el que las decisiones estratégicas están fuertemente condicionadas por el contexto. Superarlas no depende solo del esfuerzo individual de las mujeres, sino de políticas públicas sensibles al territorio, programas de acompañamiento efectivos y un cambio cultural que reconozca el valor del emprendimiento femenino como un eje central para el desarrollo rural.
El emprendimiento femenino en el entorno rural es, ante todo, una apuesta vital por la autonomía y la permanencia en el territorio. Por esta razón, entender qué significa el bienestar financiero en este contexto va más allá de la mera generación de ingresos o la rentabilidad contable. Lejos de reducirse al ingreso económico, este bienestar se define como la capacidad de decidir con autonomía, de proyectar el futuro del negocio y del hogar y de vivir sin miedo a la inestabilidad constante.
Esta visión ampliada del bienestar financiero se basa en elementos cualitativos que las mujeres emprendedoras priorizan, tales como la estabilidad, el arraigo, la conciliación y la independencia. Como señalan Carter (2011) y Gonçalves et al. (2021), las recompensas del emprendimiento en contextos rurales a menudo se miden en términos de control sobre el tiempo, equilibrio familiar y seguridad futura, y no únicamente en el beneficio neto. Este bienestar subjetivo y relacional se considera una «riqueza» que permite dar continuidad a formas de vida con sentido.
La consecución de este bienestar no económico está intrínsecamente ligada a la capacidad de gestionar eficazmente el negocio. No obstante, numerosos estudios, como el de Singla y Singla (2021), confirman que el nivel de alfabetización financiera entre estas emprendedoras sigue siendo bajo, lo que afecta la viabilidad y el rendimiento de los negocios. La situación se agrava por el entrelazamiento entre lo personal y lo profesional, ya que muchas mujeres rurales no separan las finanzas del hogar y del negocio, afectando a su bienestar y a la sostenibilidad del proyecto (Bhuiyan y Ivlevs, 2019; Carter, 2011).
Por lo tanto, la educación financiera en este contexto debe enfocarse en la toma de decisiones estratégicas: cuándo endeudarse, cómo fijar precios, cómo evaluar una inversión o cuándo diversificar para transitar del autoempleo precario al emprendimiento sostenible.
Además de las herramientas técnicas, la formación estratégica debe ir acompañada de un ecosistema de apoyo. Las mujeres rurales a menudo carecen de espacios para compartir experiencias y acceder a mentoría. En este sentido, las redes locales y sectoriales se convierten en un recurso potente para el aprendizaje mutuo y el empoderamiento, siendo el capital social tan determinante como el acceso al crédito (Singla y Singla, 2021). Se ha evidenciado que una mayor educación financiera no solo ofrece herramientas, sino también la confianza y autonomía para actuar, transformando el miedo o la dependencia en seguridad en el proyecto.
En definitiva, dada la prioridad de la estabilidad y la autonomía, cualquier política pública o programa de apoyo que busque impulsar el emprendimiento femenino en lo rural debe integrar esta perspectiva de bienestar financiero como autonomía para decidir y vivir con dignidad.
Esta visión exige incorporar enfoques más amplios y cualitativos en la evaluación del emprendimiento femenino. Según el informe de Consumer Financial Protection Bureau (CFPB) (2015), herramientas como el «índice de bienestar financiero» podrían ayudar a capturar estas dimensiones más invisibles pero esenciales. Según el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (28 de agosto de 2020), este se está utilizando en Colombia para medir el bienestar financiero, basado en datos de encuestas y modelos de análisis. Sus resultados han demostrado una mejora en los niveles de bienestar financiero incluso después de la crisis de la pandemia del COVID-19. En España, el Centro de Estudios Financieros (CFPB) define el bienestar financiero y propone una guía para medirlo, aunque no especifica un índice específico.
Reconocer y medir estos valores es clave para evitar que los programas sigan midiendo el éxito solo en función de ingresos brutos o escalabilidad, una visión reducida que no se ajusta a los modelos de negocio intencionadamente pequeños y sostenibles que ellas eligen.
Si algo han demostrado las mujeres que emprenden en el entorno rural es su capacidad para innovar, resistir y transformar su contexto. Pero también han dejado claro que no pueden –ni deben– hacerlo solas.
La alfabetización financiera continúa siendo una asignatura pendiente. Como señalaban Bhuiyan y Ivlevs (2019), no basta con enseñar conceptos generales de economía o contabilidad. Las mujeres rurales necesitan formación contextualizada: cómo gestionar un microcrédito, interpretar un contrato bancario, decidir si conviene constituirse como autónoma o cooperativa, o cómo fijar precios teniendo en cuenta su entorno de mercado. Tal y como decía una participante del programa Emprendimiento sosteNible de FADEMUR Galicia: «No quiero hacerme experta en Excel. Quiero saber si estoy ganando o perdiendo dinero y cómo puedo organizarme mejor». La formación debería considerar las condiciones de vida de las emprendedoras: horarios flexibles, contenidos accesibles, metodología práctica, lenguaje claro y modalidades mixtas (presencial y online). Este enfoque inclusivo es clave para no dejar fuera a quienes más lo necesitan.
Para lograr el impacto deseado, es crucial impulsar plataformas regionales en las que se articulen de manera coordinada la formación, el asesoramiento, la innovación y la visibilización. Este tipo de ecosistemas, que vinculan entidades locales, redes de emprendedoras y el ámbito académico, demuestran tener un efecto multiplicador en el fomento de la formación continua y la sostenibilidad.
Otro eje fundamental es el acompañamiento. Programas de mentoría intergeneracional o entre pares, como los impulsados por FADEMUR o FEMUR, han demostrado ser eficaces para reducir el aislamiento y aumentar la confianza en la toma de decisiones. También permiten visibilizar referentes femeninos cercanos, lo que incide directamente en la motivación y la continuidad de los proyectos.
Otro elemento clave son las políticas públicas, que tienen un papel estratégico. No se trata solo de ofrecer subvenciones, sino de diseñar programas que integren el enfoque territorial y de género: fomentar el acceso a financiación, digitalización, servicios de conciliación y simplificación administrativa para emprendedoras en pueblos y aldeas. Las iniciativas deben ir acompañadas de una evaluación del impacto con perspectiva inclusiva, para corregir desigualdades estructurales.
También es importante aprender de otros contextos rurales y buenas prácticas que pueden ofrecernos modelos inspiradores. En países como India, Malasia o Sudáfrica, se han implementado programas de microfinanzas integrados con alfabetización digital, mentoría y cooperativismo femenino, con resultados positivos en el bienestar financiero de las mujeres rurales (Bhuiyan y Ivlevs, 2019). Adaptar estas experiencias al contexto español puede abrir nuevas rutas de intervención.
Avanzar hacia un emprendimiento femenino rural sostenible necesita más que reconocimiento simbólico; requiere no solo abordar las deudas pendientes en formación, acceso a recursos y reconocimiento institucional, sino también valorar el conocimiento situado de estas mujeres y cocrear con ellas los caminos posibles hacia un futuro con más autonomía, dignidad y oportunidades.
A lo largo de este recorrido, hemos analizado cómo el emprendimiento femenino rural se configura en la intersección de las desigualdades estructurales y las potencialidades de transformación territorial. La evidencia presentada a través de los cinco ejes clave ha demostrado que el bienestar de estas emprendedoras es un concepto multidimensional, que se ve afectado por las barreras formativas y las resistencias culturales.
Los testimonios recogidos muestran que muchas mujeres identifican su bienestar no tanto con maximizar beneficios, sino con mantener el equilibrio entre su negocio, su vida personal y su arraigo al territorio. Esta visión, cercana a las propuestas del CFPB (2015), pone en el centro el control cotidiano, la capacidad de reacción ante imprevistos, la planificación con sentido y la libertad de elegir.
Una de las principales conclusiones del estudio es que la formación financiera orientada al bienestar financiero y a la toma de decisiones autónomas es clave. Las emprendedoras rurales no demandan solo herramientas técnicas como saber calcular márgenes o gestionar impuestos, sino competencias que les permitan tomar decisiones estratégicas con confianza, negociar con entidades financieras y planificar a largo plazo sin renunciar a sus valores y estilo de vida.
Concretamente, Gonçalves et al. (2021) sostienen que el desarrollo de competencias en finanzas digitales puede contribuir significativamente al bienestar financiero, al mejorar la inclusión y la capacidad de toma de decisiones informadas. Esta mejora, sin embargo, depende de que dichas competencias se acompañen de formación adaptada a los contextos rurales y de políticas que aborden las brechas de conectividad y edad. En coherencia con este planteamiento, el proyecto FIDER_Rural pretende entender las necesidades y condiciones de las emprendedoras rurales para darles herramientas que fortalezcan su autonomía y bienestar financiero. Es por ello que se propone una serie de recomendaciones orientadas a fortalecer el emprendimiento femenino en zonas rurales desde una perspectiva de bienestar financiero y equidad de género. En primer lugar, se sugiere la integración de programas de bienestar financiero con un enfoque específico en género y ruralidad dentro de las políticas de desarrollo territorial. Asimismo, se considera clave impulsar el desarrollo de competencias digitales aplicadas a la gestión financiera, entendidas como herramientas fundamentales para promover la autonomía económica de las emprendedoras. Del mismo modo, se plantea la necesidad de incluir indicadores de bienestar financiero en los programas dirigidos al emprendimiento femenino rural, a fin de monitorear de forma más precisa su sostenibilidad y alcance. Finalmente, se destaca la importancia de fomentar redes de apoyo entre mujeres emprendedoras del ámbito rural, que les permitan compartir conocimientos, experiencias y estrategias relacionadas con su bienestar financiero.
Las emprendedoras del medio rural no solo crean empleo: sostienen vida, saberes, redes y cultura. Es por ello que acompañarlas en este camino es una inversión de futuro y de desarrollo territorial.
Bhuiyan, Muhammad Faress; Ivlevs, Artjoms (2019). «Micro-entrepreneurship and subjective well-being: Evidence from rural Bangladesh. Journal of Business Venturing». Journal of Business Venturing, vol. 34, n.º 4, págs. 625-645. DOI: https://doi.org/10.1016/j.jbusvent.2018.09.005
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RODRÍGUEZ-DONAIRE, Silvia; LAMOLLA, Laura; SISMANIDOU, Athina; SUAU-SÁNCHEZ, Pere. «Emprender con sentido: bienestar financiero y desafíos estructurales del emprendimiento femenino rural». Oikonomics [en línea]. Noviembre 2025, n.º 25. ISSN 2330-9546. DOI: https://doi.org/10.7238/o.n25.2506
ODS

Sílvia Rodríguez-Donaire Es profesora lectora en los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y miembro del grupo de investigación SUMAT (Sustainability, Management and Transport). Su actividad docente y de investigación se centra en la innovación y la sostenibilidad empresarial, con especial énfasis en los sectores aeronáutico y financiero digital. Ha dirigido numerosos trabajos finales de grado y de máster, participa activamente en proyectos competitivos de investigación y es revisora en revistas internacionales en los ámbitos de la gestión, la innovación y la sostenibilidad.
Laura LamollaEs doctora en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Autónoma de Barcelona. Máster en International Management por la Community of European Management Schools. Licenciada y MBA por ESADE Business School. Es profesora agregada de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC. Sus intereses se centran principalmente en las cuestiones de género en las empresas y en el tiempo de trabajo.
Athina SismanidouEs doctora en Administración de Empresas, ha publicado investigaciones destacadas en el ámbito de la aviación sostenible y forma parte del grupo de investigación SUMAT (Sustainability, Management and Transport). Es profesora lectora en los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), especializada en finanzas corporativas, sostenibilidad y transporte.
Pere Suau-SanchezEs Catedrático en los Estudios de Economía y Empresa y en el Centro de Investigación en Transformación Digital y Gobernanza de la Universitat Oberta de Catalunya, donde también coordina el grupo de investigación SUMAT (Sustainability, Management and Transport). Pere Suau-Sanchez es miembro del consejo editorial de la revista Nature Scientific Reports y ha publicado más de 50 artículos de impacto.

