Esta aportación pretende hacer un repaso de la investigación actual en turismo sostenible desde las dos vertientes. En primer lugar, se describen las claves del debate teórico que rodean la idea de sostenibilidad aplicada al sector turístico y, en segundo término, los ámbitos de investigación académico que son objeto del interés de la investigación en turismo y sostenibilidad. Esta aproximación permitirá elaborar una valoración global sobre los elementos que condicionan el debate en la sostenibilidad del turismo y los ejes temáticos preferentes donde se aborda esta cuestión.
El turismo como práctica social ha cambiado radicalmente, pasando de un sistema de producción Fordista, esencialmente vertical, a un nexo mucho más disperso de producción y consumo de experiencias. El deseo de vivir como un lugareño en combinación con el deseo de los lugareños de convertirse en productores de experiencias turísticas ha estimulado una nueva tendencia a «vivir como un lugareño», que es satisfecha por una variedad de productos y experiencias ofrecidos de abajo hacia arriba. Los significados vinculados a la práctica del turismo también han cambiado a medida que más personas se han convertido en turistas y muchos de nosotros nos hemos involucrado en el suministro de turismo.
La suposición de que el crecimiento turístico puede ser sostenible está muy difundida en determinados sectores académicos y organismos públicos. La teoría del multiplicador turístico, planteada por Archer y Owen a principios de los setenta, es uno de sus fundamentos. Sin embargo, esta premisa se enfrenta con una realidad cada vez más presente: el planeta y sus recursos son finitos. El desarrollo económico tiene límites naturales. El artículo presenta una visión conflictivista del desarrollo turístico más acorde con esta realidad: el surgimiento de una nueva actividad económica o su crecimiento obliga a reestructurar el uso que se da a los recursos disponibles. Estos recursos no siempre se pueden multiplicar. Y en este proceso, generalmente, unos pierden y otros ganan.
La literatura sobre responsabilidad social corporativa (RSC) en el sector turístico surge en gran medida del paradigma del turismo sostenible, de donde ha extraído el interés por equilibrar los impactos de la empresa turística en los ejes ambiental, social y corporativo. Los dos temas que más referencias han generado son el business case o la posible relación entre su introducción y la mejora de los resultados de la empresa, y la relacionada con el compromiso con los stakeholders. Aparte, la literatura se ha preocupado por otros temas como la tipología de prácticas implementadas o la consecución de otro tipo de resultados a partir de estas. En todos estos campos existe todavía un gran potencial de desarrollo, a la vez que también emergen nuevos temas.
La economía colaborativa está teniendo en el turismo uno de los campos de expansión de referencia. Los artículos en prensa y en revistas académicas se multiplican ante la repercusión que plataformas como Airbnb, Uber o Blablacar crean a diferentes niveles. Este artículo pretende tratar distintos aspectos del fenómeno. En primer lugar, se realiza un esfuerzo por conocer a qué nos referimos con economía colaborativa o consumo colaborativo; revisaremos para ello desde las definiciones iniciales que abrían la posibilidad a un nuevo paradigma económico hasta las últimas descripciones que introducen la visión comercial y de plataforma. Seguidamente, se analizan tres cuestiones que explican aspectos conexos entre la economía colaborativa y el turismo: el uso de las tecnologías de la información y la comunicación, el papel de las referencias o calificaciones de usuarios, y la visión disruptiva. Finalmente, se ofrecen unas conclusiones.
La evolución de las TIC e Internet muestra una clara influencia directa e indirecta en todos los ámbitos de desarrollo de los destinos turísticos, tanto en tareas internas como externas. Los destinos afrontan un nuevo ciclo de crecimiento en el que deben apoyarse, con mayor o menor intensidad, en el uso de nuevos desarrollos tecnológicos, pero también en nuevas fórmulas y estrategias de gestión y planificación. Se trata, al fin y al cabo, de abordar con garantías la necesidad de reorientarse hacia un modelo más eficiente, adaptado a los cambios de la demanda y basado en la integración de todos los elementos que conforman el destino, el turista y la población local entre ellos.
Es en este contexto en el que surge un nuevo marco de gestión en cuya base aparece la gobernanza turística y donde el uso de las TIC e Internet se presenta como pieza clave para facilitar esa transición hacia el nuevo modelo de destino turístico inteligente, basado en el conocimiento y en la participación activa de todos sus agentes, entre otros.
El turismo como práctica social ha cambiado radicalmente, pasando de un sistema de producción Fordista, esencialmente vertical, a un nexo mucho más disperso de producción y consumo de experiencias. El deseo de vivir como un lugareño en combinación con el deseo de los lugareños de convertirse en productores de experiencias turísticas ha estimulado una nueva tendencia a «vivir como un lugareño», que es satisfecha por una variedad de productos y experiencias ofrecidos de abajo hacia arriba. Los significados vinculados a la práctica del turismo también han cambiado a medida que más personas se han convertido en turistas y muchos de nosotros nos hemos involucrado en el suministro de turismo.
La economía colaborativa ha emergido con mucha fuerza en una amplia diversidad de sectores productivos (movilidad, turismo, finanzas, etc.). Esta aproximación colaborativa está demostrando ser eficiente desde un punto de vista de gestión del negocio, a la vez que ofrece oportunidades de intercambio de valor a los ciudadanos (dotándolos de mayor autonomía) y reduce la huella ecológica en muchos casos. Pero incluso con estas virtudes difíciles de negar, conviene revisar con una mirada crítica y constructiva si las empresas de economía colaborativa están también ayudando a cambiar los valores de la sociedad o si solo se limitan a hacer el capitalismo más eficiente. Para el análisis en este artículo: a) discriminamos la amplia diversidad de actores de la economía colaborativa según su propósito, y b) presentamos tres líneas de exploración que han ganado interés en el último año (Sharing Business Model Compass, el cooperativismo de plataforma y la economía colaborativa procomún). Estamos ante un momento crítico para acompañar la evolución de la economía colaborativa hacia su mejor versión posible. Es un tema complejo que no debe ni puede ser simplificado.
En este artículo se analiza la sostenibilidad y el desarrollo del sistema monetario bajo el enfoque sistémico del pensamiento complejo, un pensamiento alejado de lo simple y lo convencional, que tiene en consideración no únicamente los distintos actores que intervienen en un sistema, sino también las relaciones e interacciones entre ellos. Este pensamiento considera los sistemas no como unos estados estáticos y permanentes, sino como equilibrios dinámicos asociados a la adaptación y el cambio. El sistema monetario, como sistema socioecológico, está sometido al comportamiento dinámico de un ciclo adaptativo, el cual, a su vez, forma parte de una panarquía de sistemas emplazados en distintas escalas espaciales y temporales. Únicamente si se tiene en consideración esta red anidada de sistemas interconectados entre sí, se puede garantizar la viabilidad de cada uno de ellos en particular y del grupo en su conjunto. Tal y como se argumenta durante el artículo, el actual monopolio de dinero en forma de deuda bancaria ha llegado a un punto tal de rigidez y centralización que se ha convertido en insostenible. Muestra de ello es la crisis sistémica que estamos viviendo en la actualidad. Bajo el enfoque sistémico del pensamiento complejo, en este artículo se analiza cómo la introducción de monedas complementarias al sistema monetario ayuda a fomentar precisamente la evolución del mismo, contribuyendo también con ello a la evolución del propio sistema planetario, tanto a nivel social como económico y ambiental.